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Siempre es un consuelo escuchar en las confesiones ajenas las mismas dificultades que yo observaba en mí mismo, y me hacían creer que era un bicho raro. Por ejemplo, leo lo que dice Vargas Llosa, de que a él se le atragantó la lectura de ' ... En busca del tiempo perdido', de Marcel Proust, y no consiguió terminar la novela. En los tiempos en que había que optar por la poesía de compromiso, me enamoraba de la de Machado, Lorca o Miguel Hernández, y no encontraba nada apetecible en la de Pablo Neruda y Alberti. En una entrevista que le hacen a Borges, a Neruda lo considera un poeta menor, y no un gran poeta. Pero nada tan distorsionado y alienante como la parte de la Historia que se han empeñado en hacernos engullir, generalmente los ganadores de las guerras.
Sabemos que en la Segunda Guerra Mundial fueron exterminados seis millones de judíos, y los responsables fueron los nazis, capitaneados por un loco llamado Adolfo Hitler. De eso no cabe duda. Pero sobre la historia general van apareciendo otras historias no menos turbulentas y criminales, que estuvieron durante años larvadas. Nos enteramos hace poco de que están procesados dos historiadores polacos, y perseguidos por el actual gobierno ultraconservador. Han descubierto que miles de judíos fueron entregados por sus vecinos durante la invasión alemana, y a muchos otros se encargaron los propios polacos de matarlos, para quedarse con sus tierras o sus negocios. Hasta ahora era el cine, más que los historiadores, el que nos iba poniendo al día de estas infamias, con películas como 'Klezmer: judíos en fuga' o 'Poklosie', donde ciertamente los polacos escondían a algunos judíos para que no fuesen apresados, pero a cambio de que les diesen todo el dinero y la hacienda.
Después de leer 'Historia de los abuelos que no tuve', del profesor de la Sorbona Ivan Jablonka, de entre todas las alabanzas de los críticos suscribo al pie de la letra lo que dice Jordi Amat en 'La Vanguardia': «Obra maestra. Es uno de los libros más conmovedores que he leído y su impacto me acompañará para siempre». El 'para siempre' para mí no va a ser largo, pero seguro que me acompañará también mientras respire. El premiado historiador Jablonka indaga hasta lo más profundo en la vida de esos abuelos que acabaron en Auschwitz. Pero además del Holocausto, hay que contar con el estalinismo y el comportamiento de infinidad de polacos, muy católicos la mayoría de ellos. Es el factor humano, que yo no quiero irme de este mundo sin conocer, en lo que pueda indagar y entender. Sin hacer caso a leguleyos.
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