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En el cine, como en la vida, siempre es mejor el silencio que hablar por hablar, sin decir nada

Jueves, 28 de noviembre 2024, 01:00

Profeta en su tierra, un escritor sevillano había ganado el premio Ateneo de Sevilla y me tocó presentarlo en la Feria del Libro de Gijón. ... La noche anterior había empezado a leer su novela sin darme tiempo a terminarla, pero él me solucionó el asunto diciéndome que ya estaba harto de hablar de literatura, que por qué no hablábamos de toros. Yo de toros no entiendo, y la única corrida a la que asistí fue porque me invitó Ángel Vázquez, que durante un tiempo hizo crítica taurina en EL COMERCIO. Estuve con él en la barrera de la plaza de El Bibio y veía pasar el toro al lado bufando como si fuera una locomotora. Pero como sin ser aficionado siempre me llamó la atención ese mundo, que oscila entre la barbarie y lo artístico, conocía anécdotas para contárselas al sevillano. Había leído lo que escribía el escultor Sebastián Miranda en el periódico 'ABC' sobre las jugosas anécdotas de su amigo Juan Belmonte, el torero temerario rival de Joselito, a quien Valle Inclán invitó a dejarse matar por un toro para encumbrarse en una futura inmortalidad. Belmonte respondió: «Maestro, se hará lo que se pueda». Pero no lo mató un toro, sino que lesionado con la peor cornada de su vida, la sífilis que le regaló una famosa puta de Triana, antes de que lo vieran arrastrando los pies por la calle de las Sierpes, se voló la cabeza de un tiro.

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