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Cuentos bárbaros

Hay pocas cosas tan agradecidas como llenar la panza con ese olor y ese sabor que evocaban los viejos tiempos de las bodegas

Jueves, 17 de agosto 2023, 01:40

Simplicio, fijándose en el taller de aguas y fontanería, había descubierto por su cuenta el asunto de los vasos comunicantes, por lo que ideó poner el pellejo de vino sobre la alhacena de la cocina. Por medio de una manguera y una espita, birladas en ... la fábrica, llenaba la jarra en el comedor de su vivienda protegida. Estaba orgulloso de su invento. Y aunque su señora no veía con buenos ojos aquel ramal tirado por el suelo, al final se acostumbró a la comodidad de no tener que levantar las posaderas ni lavar las jarras. Ella se fue aficionando también al vino. Después de todo la vida es para disfrutarla, y hay pocas cosas tan agradecidas como llenar la panza con ese olor y ese sabor que evocaban los viejos tiempos de las bodegas. Ya lo decía en su canción un tal Escobar. Viva el vino y las mujeres.

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