No voy a decir, Dios me libre, que todas las leyes de Murphy llegan a cumplirse, pero los deseos que encierran las felicitaciones para el año nuevo entran más en el terreno de la fe que de la inteligencia. La gran certeza es que el ... año que empieza somos más viejos, y poco importa que nos empeñemos en que éste puede ser un gran día si hay muchos por ahí al acecho empeñados en joderlo. Arthur Bloch, el de las leyes de Murphy, nació en Los Ángeles. Y también es casualidad que en la misma ciudad viviera y diera clases Laurence J. Peter, el de los principios, en una universidad que yo conozco. Ambos, al residir cerca de Hollywood, por un lado, y del infierno por otro, se dieron cuenta de que la vida se parece más a las novelas de James Ellroy, el de 'L.A. Confidencial', que a las películas de Frank Capra, siempre presentes en Navidades. Ellroy, escritor del género más negro y husmeador de los vicios más ocultos, también reside en Los Ángeles. Sería hermoso que los males se resolviesen con un final 'made en Hollywood'. Pero es más seguro, como dice Murphy, que todo lo que puede empeorar acabe empeorando. Es ingenuo pensar, por otra parte, que aquellos que nos amargaron el año que acaba, nos van a alegrar el que empieza. Que los mismos que nos arruinan, van a ser nuestros benefactores. Que los que quieren quitar dinero a los ricos, emulando a Luis Candelas, es para dárselo a los pobres. No nos dejemos engañar.
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Según las leyes de Murphy, parece ser que no es a mi solo al que le ocurre que cuando voy a coger el autobús acaba de salir de la parada. Que cuando recojo a tientas el zapato, siempre es el del pie contrario. Si me pongo en una cola para despachar, la mía siempre es la que menos anda; pero si me cambio a otra, el que debe atenderme se mete en algún lío o se marcha a resolver asuntos. Cuando me interesa una oferta, se la ha apropiado el que acaba de llegar un minuto antes. A todos los demás les funciona la vida, aunque de vez en cuando se les pare el reloj con algún achaque, o dejan de respirar. Pero según Murphy nadie está curado del todo en la aspiración a ser el más rico del cementerio. Qué envidia da esa gente que sonríe desde una oreja hasta la otra en estas fiestas. Salen a felicitarnos a través de las revistas del corazón o las pantallas para hacer chocar las luces con las lentejuelas y los almidones. Lomos finos, y gestos cómplices: el lenguaje oculto que esconde coitos explosivos e interminables. Todo es mentira, por supuesto. Pura falsedad, pero según las leyes de Murphy ahí están los montones de asesores y escribas a sueldo trabajando a destajo para que nos lo creamos, renegando de nuestra mala suerte. Quedamos tocados por la envidia, para qué lo vamos a negar. Siempre le irán mejor las cosas al de enfrente que a nosotros.
Será este año que empieza el de los sobresaltos, y no creo que me equivoque. Según la ley de Murphy, le echarán la culpa a Franco si desmontan lo que fue Ensidesa. En el fondo tienen toda la razón. Solo falta que algunos desconcertados y cabreados vuelvan a poner una pintada sobre la torre del sínter, como hicieron hace años: '¡Franco, hijo de... vuelve!'
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