Secciones
Servicios
Destacamos
Hace años tuvieron a bien publicarme un panfleto en el cual hacía elogios de las virtudes del cerdo. En mi escaso e intuitivo saber consideraba ... y sigo considerando al cerdo como el animal más inteligente con que me he tropezado. Incluso no tendría inconveniente en darle un abrazo genérico, al cerdo, como fuente nutricia de la infancia; pues qué sería de mí sin el eterno potaje de berzas con algún trozo de longaniza y tocino. O de aquellos choscos y 'botieshos', piezas mayores del embutido. Los jamones se vendían o servían como métodos de engrase para comprar voluntades en aquellos años de escasez. Políticos, gestores de toda índole y hasta jueces, regalaban una sonrisa para aquel labriego que en el fondo despreciaban, como sigue ocurriendo ahora.
Se acusa al cerdo de que ni siquiera conoce al amo, porque no levanta la cabeza cuando le dan de comer. Yo digo que no le apetece ni mirarlo porque lo conoce bien, al amo, y sabe que si lo engordan es para acabar llevándoselo a los fogones. Y encima a eso le llaman cultura. Si el cerdo pudiera cruzar las patas hasta daría un corte de mangas. El que suscribe con siete u ocho años ya los pastoreaba para llevarlos hasta el castañedo, y ellos retornaban por su cuenta a una hora fija, estimada para merendar por aquella gleba sin reloj. Su olfato increíble, con el hocico pegado al suelo, no los desviaba un paso de los senderos.
Si siguen las noticias de los últimos avances de la medicina, habrán podido leer en EL COMERCIO y 'El Semanal' que, en el hospital de Massachusetts, en Boston, le han trasplantado el corazón de un cerdo a un humano y consiguió vivir varias horas. Los especialistas lo consideran un éxito, porque por algo se empieza. Los hermanos Wright volaron por primera vez 36 metros, y ya ven a dónde hemos llegado. Con un tono franciscano, digamos que el hermano cerdo ha dado un riñón a un ciudadano de Baltimore para que se lo trasplantaran, y sigue vivo. En Alemania están experimentando xenotrasplantes entre cerdos y babuinos –lo más parecido al hombre que encuentran– y la cosa funciona. Los cerdos, que tanto se parecen a los humanos por dentro (y a algunos también por fuera), conseguirán una nueva revolución en los quirófanos. En los hospitales, como en los talleres de reparación, todos los humanos en el futuro querrán las piezas nuevas, y no arrastrar piezas usadas y estropeadas. Todo un devenir prometedor, con el permiso de Vladimir Putin y otros energúmenos que no han de faltar. Gracias hermano cerdo, tuya es la esperanza, incluso para los que no te merecen.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.