No es superfluo

Porque la Iglesia no es un espacio inmunizado a esta situación. Hay personas que se dicen creyentes, pero su fe cuenta poco en su vida; pasan de todo lo religioso, es algo que no les atrae ni inspira nada y, casi sin advertirlo, se están instalando en la 'cultura de la ausencia de Dios'.

Hemos sustituido la fe por el progreso y nos hemos olvidado de la salvación. Las causas pueden ser muy variadas, hoy día se cuestiona todo, la forma de vida cambia a gran velocidad; lo que hoy vale, mañana no nos vale; valoramos más la seguridad, la independencia, disfrutar…

Pero, aunque estemos viendo esta situación, los cristianos tenemos que vivir esta situación, de indiferencia religiosa, como una llamada a profundizar y hacer más fuerte nuestra fe, sin dejarnos arrastrar por las nuevas corrientes que, aunque no lleguen a ser un rechazo frontal a Dios, lo ven como algo secundario y superfluo. No podemos caer en esas ideologías porque para los cristianos Dios no es una ideología o una idea lejana.

El Evangelio no nos dice que este camino que tenemos que recorrer sea fácil, de éxito y de gloria y, antes otros caminos, debemos recordar las palabras de Jesús: «que nadie os engañe, no los sigáis». A muchos católicos que sufren esta crisis de fe les duele también la incoherencia de quienes deberían ser ejemplo y guía en la Iglesia. Son personas que buscan al buen Pastor y no quieren falsificaciones. Personas que no se dejan aprisionar por normas, leyes y tradiciones, que quieren vivir su fe con sencillez. Personas que quieren mantener su fe para no verse arrastradas por otras nuevas corrientes.