No defrauda. Te puede gustar o no lo que hace, lo que dice, pero el nuevo presidente de los Estados Unidos acapara todos los titulares. En sus primeros días de mandato ha firmado numerosas órdenes ejecutivas y ha lanzado numerosas amenazas a todo el mundo. ... No le importa que un juez le pare los pies temporalmente. Trump piensa en sí mismo como líder de la gran potencia mundial cuando repite el mensaje de hacer a América grande otra vez. Un congresista ha presentado ya una propuesta para que Trump pueda ejercer una tercera legislatura al no haber tenido dos consecutivas. Al tiempo con esta nueva iniciativa sorpresa para cambiar la Constitución. El comportamiento del nuevo inquilino de la Casa Blanca recuerda los tiempos de gendarme mundial que desempeñaban los dirigentes de la mayor superpotencia. Actúa, habla y amenaza de manera directa, grosera, desafiante y cuestionable en términos de educación y respeto hacia los demás, pero hay que reconocer que en muchas cuestiones no le falta razón. Las condiciones actuales del mundo y las capacidades de cada superpotencia plantean hasta qué punto es escenificación premeditada para crear expectación, cierto temor, impunidad o simple provocación que permita una reacción que sirva a sus intereses.

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Trump se siente poderoso y capaz para decir lo que quiera a quien quiera. Por ejemplo, en su intervención en el Foro de Davos a través de video conferencia, con las salas a reventar, Trump acusó a la cara a los que allí estaban escuchándole de ser los responsables de crear una agenda negativa, reclamó la bajada del precio del petróleo para que Putin no pueda financiar la invasión de Ucrania y para que se puedan bajar los tipos de interés y se pueda conseguir la recuperación económica mundial. Y exigió a sus aliados de la OTAN un incremento de gasto en defensa del 5% de su PIB. En este terreno, nada nuevo, incluso los europeos ya somos conscientes, como el secretario general de la OTAN, el holandés Marc Rutte que apoya la medida. Pero esa exigencia ya la hizo Barack Obama hace años y se trata de que los europeos compren sistemas americanos.

Tampoco es nuevo lo de las deportaciones de inmigrantes. Todos los presidentes lo han hecho, otra cuestión es anunciarlo a bombo y platillo o tomar decisiones espectáculo como colocar una barrera en el río Grande. Y por hoy, el espectáculo televisivo, como él mismo aprendió en el programa El aprendiz, termina con la medida efectista de desclasificar los papeles sobre el asesinato de Kennedy. La cuestión es qué vamos a hacer nosotros. Lamentarnos con supuestas frases ingeniosas o afrontar la realidad.

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