La buena noticia, que lógicamente el todo Gijón celebra, en la que se reconocen y premian los méritos empresariales de TSK entregándole una especialísima reproducción de la Carta Marina de Juan de la Cosa, es obvio que supone un emotivo acto. De un lado, pone ... de actualidad a un representante de los muchos trabajadores y emprendedores asturianos, quienes son al fin y al cabo los que sostienen nuestra economía regional. Y de otro, nos acerca a la historia, últimamente un tanto degradada, de la relación con Hispanoamérica y la de los españoles que surcando mares infinitos y desconocidos, se encontraron y poblaron un Nuevo Mundo, en lo que supuso un transcendental momento en la historia de la humanidad.
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Cualquier interesado en la historia conoce la del ilustre marino Juan de la Cosa, nacido en Santoña hacia 1460. Entonces Cantabria estaba vinculada al Principado de Asturias, algo muy a tener en cuenta cuando, llegado el año 1971, el director del Centro de Iniciativas y Turismo de dicha ciudad, de acuerdo con el Ayuntamiento de Santander, encargó a la escultora gijonesa Cristina Carreño la confección de una escultura para honrar al ilustre marino y cartógrafo con motivo de los actos que se celebrarían durante la Fiesta de la Hispanidad de 1975.
Este preámbulo nos da pie para traer a estas páginas a una ilustre artista que ha dejado su huella no solo en España, sino también por Centroeuropa, los Estados Unidos y, por supuesto, diversas ciudades de Hispanoamérica.
Cristina Carreño Menéndez nació en Gijón, en la calle Ezcurdia número 191, el 16 de septiembre de 1924. Y le pusieron por nombre Delfina Cristina, el primero por ser el de su madre y el segundo porque vino a este mundo cuando se celebraba la festividad del Santo Cristo de Candás. Cristina tuvo otro hermano, llamado Ángel. Como su padre, Ángel Carreño Menéndez, natural de Faedo, en el concejo de Illas, y familia del famoso pintor Juan Carreño Miranda, por lo que no es de extrañar que la jovencísima Cristina Carreño creciese en un ambiente estrechamente vinculado a la cultura.
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Muy pronto sobresalieron en ella las dotes para el dibujo, que sus padres aprovecharon para que recibiese clases de dibujo y pintura a la vez que crecía en edad y culturalmente estudiando primero en la Academia Hispano Americana de la calle Dindurra, con don Florentino Soria, y en el Colegio Politécnico, con los hermanos Orencio y Severino Villamandos, para luego cursar el Profesorado Mercantil en la Escuela de Comercio de Gijón. Mientras, su hermano Ángel cursaba Maestría Industrial, llegando a ser un referente a nivel nacional en la industria del automóvil.
Cristina Carreño contrajo matrimonio con el santanderino José Ruiz Velarde, con quien llegó a disfrutar del deporte, especialmente de la montaña, la caza y la pesca. Pero al enviudar seis años después, retomó con más fuerza su vocación artística matriculándose en la Escuela de Bellas Artes y Oficios Artísticos de Oviedo, donde el escultor y profesor de dicho centro, José María Porta de la Lama-Noriega, de inmediato descubrió en su alumna una especial capacidad para plasmar en sus esculturas la imagen y espíritu de sus modelos.
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Concluidos sus estudios en Oviedo se trasladó a Madrid, alternando sus trabajos artísticos en la capital de España con su estudio en la residencia familiar en la Ería del Piles, donde no tardaron en hacerse famosos sus bustos de personajes conocidos tanto de Gijón como del ámbito nacional e internacional. De sus manos salieron para América obras como las que representaban al presidente de los EEUU Richard Nixon y al escritor Ernest Hemingway. También esculturas de los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía, el poeta Rafael Alberti, nuestro Premio Nobel Severo Ochoa y Claudio Sánchez Albornoz, para León; la de Félix Rodríguez de la Fuente, para Burgos; y la de Juan Ponce de León, para Puerto Rico. Dada la época que le tocó vivir, no podían faltar las de José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo y el cardenal Inguanzo para Llanes y el mismísimo general Francisco Franco, sin olvidar la de Pedro Menéndez de Avilés.
La exitosa vida artística de Cristina Carreño nos estaba desviando del motivo principal de estas líneas, y es que, curiosamente, en su historial se encuentran nada más y nada menos que cuatro esculturas dedicadas al marino Juan de la Cosa: una en Santander, otra en el Museo Naval de Madrid, la tercera en el Puerto de Santa María en Cádiz y otra en Colombia, donde el ilustre marino falleció en 1510, en la ciudad de Uraba.
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Y en esta breve 'pincelada' de la relación de Cristina Carreño con Juan de la Cosa, quien además de su herencia histórica a través de la cartografía marina llegó a armar y pilotar la nao Santa María en el viaje de Colón a las Américas, no podemos obviar que también fue el primero en llevar al Nuevo Mundo una imagen de la Virgen María, representada en Nuestra Señora del Puerto. Y, curiosamente, Cristina Carreño fue la autora de la imagen de nuestra Santina que los jóvenes atletas del Grupo de Cultura Covadonga llevaron, portándola en carrera de relevos, desde la Santa Cueva al 'Grupo 2000' de Las Mestas para colocarla en la primera piedra el 8 de septiembre de 1969. Nunca está de más recordar a gijonesas ilustres, casi olvidadas, como es el caso de Cristina Carreño.
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