Silencio, se rueda
Jaime Clemente
Lunes, 13 de enero 2025, 11:16
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Jaime Clemente
Lunes, 13 de enero 2025, 11:16
Pensaba que habíamos aprendido la lección en septiembre. Pensaba que éramos lo suficientemente inteligentes para no cometer el mismo error. Pensaba que seríamos capaces de controlar la chulería que hay que llevar por dentro y solo sacaríamos la humildad que hace grandes a los genios, ... a los caminan por la calle como si con ellos no fuera esta historia, a los que se niegan a pasar de puntillas por la vida, pero no les hace falta hacer ruido porque no les importa lo que opine el resto. Pero somos humanos y como buenos pecadores volvimos a caer en el error que nos echó a los leones, que nos dejó vendidos ante los que piensan cada día como derrotarnos y basan su existencia en nuestro fracaso.
Uno puede creer muchas cosas, pero tiene que saber las que tiene que decir cuando le ponen un micrófono delante. Tiene que saber lo que la gente sufrió el año pasado en Barcelona y sino buscar a alguien dentro del vestuario que te lo explique y te ayude a entender la verdadera responsabilidad que tienes sobre tus hombros. Porque salir de nuevo a decir que este equipo tiene que estar en Primera y que es el mejor de la categoría, de lo único que sirve, además de para alimentar egos, es para aumentar la presión que tienen los jugadores, que los aficionados se te echen encima a la primera de cambio y que, como no lo consigas, quede en evidencia que todo el talento del que presumes es mentira. Porque esto no es una historia donde nos interesen la introducción, el nudo y el desenlace. Lo único que nos importa es que cuando termine la temporada estemos celebrando el ascenso a Primera. Y si no lo logras serás el único responsable porque, ante los mejores jugadores, no fuiste capaz de usar su talento para pasar a la historia. Me gustan las personas que tienen confianza en sus virtudes y en las de la gente que les rodea, pero es tan fina la línea que separa la confianza de la idiotez y la soberbia que cuando uno se da cuenta está cayendo por el precipicio. Entendería estas declaraciones si hubiéramos hecho una primera vuelta como la del Racing, pero ni siquiera ellos se permitieron ese tipo de comentarios porque sabían que, en esta liga, hoy vas primero y mañana quinto.
Del derbi poco que decir. Mucha tensión y cero fútbol. Pero no se perdió, que era lo importante. Y por eso escribo esta columna. Porque la crítica tiene que venir ahora. Después de un partido donde los jugadores se dejaron todo en el césped y donde la victoria se nos escapó en los últimos minutos. No cuando el equipo pierde, cuando somos frágiles. Eso es de cobardes y de matones, que viene a ser lo mismo. Aunque hubiera sido lo fácil, solo que lo fácil aburre. Y por eso solo nos hace gracia al principio. En esta ciudad aspiramos a lo eterno, a escribir las páginas de la historia reciente del Real Oviedo, pero sin barroquismos ni amaneramientos. Trabajando y remando todos juntos. Haciendo sacrificios. Por eso no desaparecimos y volvimos al fútbol moderno. Sigamos rodando la película del ascenso, pero en silencio. Así nadie podrá decirnos la peor frase del mundo: te lo dije, pero no me hiciste caso.
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