Secciones
Servicios
Destacamos
El 28M supone, a escala nacional, el fin de lo que se dio en llamar la 'nueva política'. Alumbró dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, que el domingo o bien firmaron su acta de defunción o entraron en paliativos. No sabemos si la nueva política ... ha enraizado en los viejos partidos, pero es evidente que muchos de los vicios de los viejos partidos infectaron, letalmente, a los nuevos. Resultado: a la espera de ver cómo se recompone la izquierda, volveríamos a la relación de fuerzas de la Transición: dos grandes partidos, más o menos centrados, con dos satélites en sus órbitas más excéntricas.
Es posible, además, que el 28M ponga en cuestión buena parte del marco ideológico de la última década, aplicando conceptos liberales -nación, libertad, igualdad, individualidad, etc.- a un identitarismo que, yendo siempre más allá, ha degenerado en algo incomprensible para la mayoría. Acrecentado por el contraste entre la atención prestada a problemas minoritarios frente a los esenciales que acucian a capas crecientes de población.
Algo que abunda en la insatisfacción general, plasmada en la eclosión de partidos del descontento con los que dan voz a muchos: desde los orillados por la tecnología y la globalización, a partidos locales que dan voz a los territorios que sienten que sus problemas se olvidan.
Asturias no es ajena a estos fenómenos: el desplome del PSOE en el suroccidente, aunque menor en términos de diputados -no tanto de ayuntamientos- y los votos obtenidos por otras formaciones dan cuenta del descontento con las políticas territoriales y agrarias de las administraciones públicas. De otro, el hundimiento de Podemos puede complicar notablemente, de confirmarse la asignación de escaños, la gobernación de la región, arrastrando al PSOE hacia posturas que consiguió soslayar a lo largo de la pasada legislatura. Será más difícil identificarse como el 'partido de Asturias'.
Y, si, como parece, y tras la pérdida de poder regional y local, asistimos este verano al final de un sanchismo siempre algo impostado, implicaría la soledad de Asturias, como una isla roja en un mar azul. Pero quedaría por ver quién se desgastaría más en ese escenario: si una oposición tendente siempre a los enredos internos, o una FSA y un Barbón envueltos en las banderas de eso tan asturiano como la resistencia frente a un gobierno supuestamente hostil. Las elecciones locales y regionales suelen parecen menores. Pero la historia nos enseña que pueden ser la antesala de cambios de ciclo político. El 28M podría ser el detonante de varios.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.