2023 es el año del y tú más, de ese vaivén endiablado, de esa neurosis estresante que envuelve a todo un país en una espiral protagonizada por candidatos que se acusan los unos a los otros de ser más corruptos, más inútiles, más vendidos, más ... mentirosos, más tramposos… Este perpetuo acusar, este cruce crónico de descalificaciones recuerda, a la inversa, a esas tertulias de mayores en las que un octogenario se queja de un achaque y un nonagenario replica con un y yo más… «Yo mucho más enfermo y achacoso que tú ¿o creías que eras el único sufridor del grupo?». Y en las salas de espera, si alguien expone una experiencia dura, el vecino salta como un resorte: «Pues anda que a mí». ¿Es inherente el y tú más a la condición de político? ¿Es inevitable participar en un campeonato de enfermedades en cuanto pasas de los 70?

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En campaña electoral, la normalización del y tú más solo sirve para que los conflictos se enquisten y cronifiquen sin remedio ni solución. Además, el ejemplo cunde y nos convertimos en especialistas en sacudirnos la culpa. Y lo peor es que a falta de razonamientos complejos, preferimos la acusación de trazo grueso, ese y tú más que todo lo generaliza y consigue que la corrupción, la mentira, la inutilidad y la trampa sean entendidas como un mal general e irremediable. El y tú más equivale al y todos más.

En las entidades terapéuticas de toxicómanos, está prohibido el y tú más porque conduce a creer que tus problemas se arreglan señalando los problemas de los otros. Antes de cada campaña electoral, deberíamos enviar a los líderes políticos a hacer terapia en Proyecto Hombre: superarían sus errores reconociéndolos y dejarían de señalar a los otros.

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