Mi mujer no sabe inglés, francés ni alemán, pero entiende y habla con soltura catalán y gallego. Para un nacionalista periférico, mi mujer es la española perfecta; para un nacionalista centralista, mi mujer es una española incomprensible. A ella, le importan un comino estas opiniones. ... Vivió en Cataluña y en Galicia. Es lógico que sepa esas dos lenguas de manera natural, sin darle importancia y sin emplearlas porque ya me dirán ustedes para qué le sirven en Cáceres. Hasta ahora. Últimamente, su condición de políglota peninsular se ha revelado muy útil pues le permite escuchar podcast de crímenes en gallego y en catalán, que, parece ser, son los mejores podcast de asesinatos que hay en las redes negras y criminales. Los catalanes por estar muy bien hechos y los gallegos por ser muy divertidos y naturales.

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Y en este punto, llegamos al quid de esta columna, que se sustancia en preguntas inquietantes: ¿por qué hay millones de mujeres españolas escuchando podcast de crímenes sin cesar, uno tras otro?, ¿qué se esconde tras esa pasión sangrienta, tras ese hábito truculento?, ¿qué debemos deducir de esos apartes femeninos en las reuniones familiares o de matrimonios para intercambiar información sobre crímenes perfectos?

Escuchar historias criminales es costumbre ancestral. Las contaban las abuelas alrededor del brasero, las cantaban los ciegos en sus romances de feria en feria y las narran profesionales de la voz en estos podcast que arrasan en Ivoox, Audible, Podium o Spotify. La novedad es que los mejores sean catalanes y gallegos y que los escuchen fundamentalmente mujeres, que luego debaten en las redes en torno al crimen perfecto. ¡Qué inquietante es todo!

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