Mi canario se llamaba Fufi. Se murió, me entristecí y me negué a más dependencias afectivas. Lo sé, soy emocionalmente inmaduro. Y un inútil para las relaciones sociales modernas. El otro día, una amiga me presentó a Calamidad y titubeé. «Hola, perrito», salí del paso. ... Craso error: era perrita y tenía nombre. Pero me hubiera sentido ridículo saludando: «Hola, Calamidad, ¿qué tal estás?». También debería haberla acariciado, pero mi hipocondría me impide acariciar bichos.

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¿Recoge la Ley de Bienestar Animal cómo saludar perros, se les puede llamar bichos, debo acariciarlos? La he consultado y no pone nada sobre saludos, pero da lo mismo: ya puedo ser educado tratando a las personas que como falle con sus animales, me convertiré en un ser despreciable. He escrito más arriba que no quiero dependencias afectivas, pero no es cierto: en el rincón más oscuro de la alacena tengo una granja de kéfir. El hongo vive en un gran bote de cristal. Cambiarle la leche cada dos días y vigilar su crecimiento no es tarea sencilla, pero no tienes que vacunarlo, castrarlo ni cortarle el pelo. Tampoco hay que sacarlo de paseo. El kéfir dormita y como es eterno, no sufres nunca.

Para evitar que crezca demasiado y ocupe toda la alacena, cada mes le cortamos un pedazo, lo congelamos y se lo regalamos a conocidos que lo tratarán con cariño y leche entera. ¿Se puede tener kéfir en casa, se tipifica como crueldad cortarlo en trozos? La nueva ley no especifica nada, pero en breve se completará con un listado exhaustivo de animales domésticos. Como esté el kéfir en la lista, me temo que amputarle partes será considerado infracción grave: entre 50.000 y 200.000 euros de multa. Echo de menos a Fufi.

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