Un ansia de concordia y nostalgia recorre España. En la cola del súper, en la consulta del médico de cabecera, en el café de media mañana, se lamenta el enfrentamiento y se recuerdan aquellos tiempos en que los políticos se saludaban, se presentaban en el ... Club Siglo XXI los unos a los otros, siendo los unos muy de izquierdas y los otros, muy de derechas. Era la Transición, la Constitución del 78, ese tiempo tan denostado por algunos que no lo conocieron, pero tan añorado por quienes lo vivimos y, aun siendo adolescentes y zangolotinos, nos sentíamos protagonistas de una época emocionante que ocuparía un capítulo en los libros de historia.
El martes pasado, en un encuentro por la Constitución celebrado en Mérida, Juan Carlos Rodríguez Ibarra recordó aquella sesión constituyente de 1978, cuando Alfonso Guerra mandó a los diputados socialistas a comprarse una corbata a El Corte Inglés para estar presentables en un acto tan solemne. También describió la emoción de ver a quienes habían combatido 40 años atrás, en trincheras opuestas, saludarse con afecto y educación. Si quienes fueron enemigos en la guerra se saludaban, por qué tanta tirantez hoy, se preguntaba el expresidente socialista de Extremadura.
Hay un clamor de fruterías que aboga por la concordia. Una turba de cuñados contenidos se dirige hacia las cenas navideñas aleccionados por sus madres para no hablar de política. Los ciudadanos quieren abrazos antes que greña, lío y embrollo. El energúmeno que acosa al político en el tren o en el avión es un caso aislado. Necesitamos amor y paz, así de cursi. Y si no la tienen en casa, obedezcan a Alfonso Guerra y vayan enseguida a comprársela.
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