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Ahora que la falta de sueño es un mal endémico de una sociedad enferma de ansia; que hay podcast explicando las rutinas para «dormir bien»; que España es líder destacada en el consumo de ansiolíticos que nos permiten cuadrar al menos unas horas de descanso; ... que, desde la juventud a los ancianos vuelcan sobre su cama una y otra vez sin poder olvidarse de sus quehaceres diarios; ahora que todo eso nos acaece, nada mejor que no poder dormir porque nos hace una llamada la cultura.
Hoy celebra Oviedo la Noche Blanca. Doce ediciones de un evento europeo (casi mundial) que ya se ha consolidado y que tiene tanta demanda que si tuviera lugar todo octubre, tendría gente todos los días. Los ovetenses salen a la calle convencidos de aprender algo que desconocen o disfrutar de esos locos que siguen dedicándose al oficio menos rentable del mundo, el de crear o componer, el de cantar o escribir, el de pintar o construir mundos alternativos.
Cuarenta escenarios (se dice pronto) para 46 actividades (ahí lo tienen). Y desde las 19 horas hasta las 2 de la madrugada, para que nadie tenga disculpa aunque duerma bien, porque este sábado, el tardeo no lleva cubata y música de los ochenta, sino una performance, un archivo histórico, una pintura desconocida, una charla literaria.
El escenario es la ciudad completa. Del edificio Banesto a Trascorrales, de la Calleja la Ciega a la Catedral, de la fábrica de la Vega al Filarmónica, pasando este año por la novedad de Almacenes Industriales, una zona degradada que ya hemos comentado en estas páginas que revive a base de cultura, y no se nos ocurre mejor reanimación que esta.
Esta tarde no tiene plan mejor, no lo duden. Entren en la página web municipal, obtengan el programa, paseen por el gran escenario donde la gran obra de teatro de la Noche Blanca se desarrolla, y aplaudan a quienes siguen creyendo que se puede cambiar el mundo a base de palabras e imágenes, y no con misiles a quienes tienen diferente religión, como vemos en escenarios no tan lejanos.
Y, como buenos artistas, estamos ensayando. No solo los más de cien artistas que intervienen en todas las disciplinas, sino todos los ovetenses, porque estamos probando que podemos ser capital europea de la cultura para 2031. Somos la gastronómica, y lo vemos en nuestras calles y en nuestras mesas, pero imaginemos una ciudad y una región con una perpetua Noche Blanca.
Nos toca a todos salir a escena. La ventaja es que solo lo hacemos para disfrutar del evento. Y ensayamos nuestra gran perfomance de cara a 2031.
Porque somos protagonistas, sin saberlo, de un gran concierto que nos tiene a todos como voces, como coristas, como intérpretes silenciosos que aportamos la presencia como espaldarazo a la actividad.
Nos vemos esta tarde.
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