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Ha llegado septiembre para todos, aunque no queramos. Las rutinas, los horarios y las fiestas de San Mateo, que no todo va a ser gris y orbayu. Esta semana han vuelto a sonar despertadores, han salido las mochilas y los uniformes, han vuelto los desayunos ... apresurados y las carreras, las discusiones para irse a la cama, y Broncano y Pablo Motos encendiendo la noche para retrasarnos el sueño.
El caso es que todo va engrasando poco a poco. El segundo día cuesta menos madrugar, la segunda semana costará aún menos, los horarios estarán más concretados, y todo irá ya rodado, pensando en el puente de noviembre, porque este año el calendario ha querido que San Mateo y el Pilar caigan un sábado … que parece que van por nosotros….
Y todos hemos hecho un esfuerzo para que todo esté operativo el día que tiene que estar, pero parece que algunos aún duermen la siesta veraniega. Lo de las cercanías ya no es novedad. Eso es un desastre perpetuo que funciona siempre mal, así que el día que un tren sale y llega a la hora es una noticia por la que hay que abrir una botella de champán.
Pero los autobuses urbanos, habitualmente ejemplo de seriedad y profesionalidad, aún sestean. TUA suele preparar bien los eventos, las fiestas, las rutas alternativas, los días de refuerzo. Ya les conté en alguna ocasión que tienen unos 'servicios especiales' para estudiantes que permiten solo el acceso a chicos y chicas que se dirigen a su centro escolar o a la Universidad, y es una idea excepcional en todas las rutas que desarrollan.
Pero esta semana, la previsión ha sido escasa. Los autobuses han estado llenos, tanto los ordinarios como los especiales, y los alumnos han tenido que correr (física, no metafóricamente) para no llegar tarde en sus primeros días. Es una falta de previsión que no puede darse. Todos sabemos cuándo comienza el curso y los refuerzos que eventualmente hayan de hacerse, tienen que estar preparados y funcionando.
Estamos hablando de unas líneas concretas, en un horario acaso entre las 8 y las 9.30 y las 14 y las 16.30. No parece un esfuerzo titánico, ni una pérdida de dinero para la concesionaria, que ha de poner por delante su condición de servicio público a la recaudación eventual de unos días.
No podemos ver crías de 11 años corriendo, con su mochila del primer día al hombro llena de libros (porque no saben cuáles han de llevar en concreto) mientras los autobuses pasan a su vera y no pueden abrir las puertas porque van repletos y el siguiente demorará más de tiempo que tiene para llegar a su centro o a su Facultad, donde no quieren fallar en sus primeros días.
Septiembre ha llegado para todos. Unos hacemos mochilas y compramos zapatos, pero otros tienen que dotar los medios para evitar disfunciones. Que no nos coja el toro otra vez.
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