Uno, que acumula cincuenta San Mateos a sus espaldas y que los ha vivido como crío, juvenil, adulto, hijo y padre, conoce casi todos sus recovecos, todos sus escenarios y sabe que elemento esencial es el clima. Si el sol se porta bien, como ha ... sido hasta ahora, San Mateo tiene el 50% hecho.

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Y lo que más me gusta de este San Mateo es que no hay polémica ni discusión. Las reivindicaciones de otros años, que habían empañado la fiesta, parecen ahora más tenues. Quizá es porque hay sitio para todos y eso es muy importante. Quizá es porque uno, que conoce a todos y sabe cómo piensan y qué necesitan, sabe que en cada ubicación del nuevo modelo festivo están determinados establecimientos y en otras ubicaciones están otros. Y a todos hay que visitar, y para todos hay espacio, para todos hay caja, para todos es fiesta.

Y con estas cuatro ubicaciones distintas, uno pasa de la Catedral a Porlier, en el corazón histórico de la fiesta, con dificultad para poder atravesar la calle, con esfuerzo para llegar a una barra, con lucha para comer un bocata, pero la gente es consustancial a la fiesta, y, hace nada, algunos decían que no había gente. Ahora la hay, y mucha, y es una buena noticia.

Y de ahí al Bombé, donde está la otra gran parte de los chiringuitos, pasando por el mercadillo de la Avenida de Italia dentro del Campo San Francisco. Y gente, y alegría, y dinero moviéndose, y los parking llenos, y los chiringuitos sonando, y música en el kiosco del Bombé, y actuación en directo en Porlier, y l@s teenagers saltando con Myke Towers y esperándole desde las 11 de la mañana.

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Y ambiente festivo. Y septiembre que se hace menos duro así. Recuerdo que Gabino de Lorenzo me comentó una vez que un alcalde puede hacerlo todo bien, pero si la «caga» en San Mateo, la gente «lo manda para casa». Y las fiestas ahora parece que gustan a todos. Alguien siempre protesta, a todos no puede gustar todo, sería imposible, pero al menos la gran mayoría de quienes están delante y detrás de una barra, de una barraca de feria, de un escenario, parecen coincidir que vamos avanzando a un modelo festivo que satisfaga a todos, y eso, con una cuestión tan ideológica como las fiestas de la ciudad (no lo duden un minuto) en un éxito compartido.

Así que nos queda aprovechar el fin de semana y disfrutar de ese lugar en el que parece que, por fin, todos los ovetenses intentamos encontrarnos solamente para vernos, tomar algo, y disfrutar. Y eso, por definición, es una fiesta.

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