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Esta semana hemos conocido que una ovetense, Paloma Marín Bona, será la nueva vicepresidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Paloma es mi amiga, mi compañera de colegio, mi compañera de carrera y con ella he compartido muchos grandes momentos, pero esto no ... matiza mi criterio objetivo para contarles brevemente (si lo quisiera hacer extenso hoy este diario decano debería hacer un monográfico) quién es esta ovetense, del 13 de mayo de 1973 (dos días más joven que este humilde cronista que sigue escribiendo desde la capital del Principado) y los méritos que atesora en su carrera profesional.
Paloma es una trabajadora incansable. Estudió en el colegio Santo Domingo de Oviedo, concluyó la licenciatura en Derecho en la Universidad de Oviedo, y tras un fugaz paso por la abogacía el Banco de España tuvo la suerte de que llegase a sus profesionales allá por 2005. Durante cuatro años ejerció como letrada asesora en el departamento jurídico para, a continuación, pasar a la división de asuntos europeos. En el año 2018 fue nombrada directora del departamento de Relaciones Institucionales y Europeas, donde ha desarrollado su labor hasta esta semana de diciembre, en la que deja su casa de los últimos dos decenios para incorporarse a la CNMV.
Llega a la CNMV precedida por su trabajo ingente, leal, profesional y objetivo. Llega para seguir desarrollando una carrera inmaculada. Desde un barrio de Oviedo, al regulador del mercado español. Con la humildad que la caracteriza y la firmeza de quienes llegan tan alto. Con la tranquilidad del trabajo bien hecho y el reto de mejorar cada día y navegar en las difusas aguas del diario trajín empresarial desde el punto de vista de quien vigila. Y llega, cómo no, con su eterna sonrisa. Esa que podrán ver en alguna de sus fotos pero que no es impostada, sino que la adorna permanentemente, porque quien es feliz con su vida y su trabajo, sonríe porque se lo merece.
Siempre hablamos de los asturianos en la diáspora, que abarca desde los que trabajan en Villamanín, nada más pasar el Pajares, a aquellos que lo hacen en Australia. Madrid, la gran ciudad acogedora, la de las oportunidades, tiene a muchos asturianos en su tejido empresarial y en sus puestos directivos. Porque en esta tierra nos han enseñado que trabajar con denuedo y honradez suele ser una receta inequívoca para lograr el éxito.
A Paloma ya le ha llegado el éxito, pero sabemos que no será ni el último ni el mejor.
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