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No les oculto que tuve mis dudas. Que me pareció una apuesta arriesgada por parte de la Concejalía de Cultura y del alcalde, en pleno debate sobre el cambio de determinadas actividades culturales, que mutan por otras, decidir que se invierte una notoria cantidad en ... traer a la orquesta Filarmónica de Viena a la ciudad.
Si sale mal, es gasolina para los detractores. No hay duda. Que si se invierte un dineral en esto y se dejan de financiar otras actividades, que si es un dispendio excesivo, que si Oviedo no tiene público para esa orquesta. La tormenta sobre el replanteamiento de las actividades culturales está en ebullición y por eso, cualquier pequeña tormenta afecta.
Pero parece que la realidad da la razón a la Concejalía de Cultura y al alcalde. Y se la dan por la vía rápida: una hora y cuarenta y cinco minutos.
Frente a varios días de polémica, los ovetenses han hablado, una vez más.
Hicieron cola desde las 7.45 horas, como pueden leer en EL COMERCIO del pasado domingo, para acudir a lo que entienden un «acontecimiento histórico».
Y en apenas dos horas, se habían vendido todas las localidades para que los ovetenses vean lo que creyeron que solo podían conocer por la televisión cada año nuevo en el Concierto que dan desde el teatro de Viena. Los precios, entre 100 y 115 euros, que habían sido calificados de excesivos por la oposición, tampoco han sido obstáculo alguno para que todos los ciudadanos hicieran cola e incluso muchos se quedasen sin poder acudir.
En política cultural, las apuestas son siempre arriesgadas. Uno programa una exposición brillante, de un artista maravilloso, y cuando la cierra resulta que han pasado 300 personas. Otra actividad, efímera, con un coste meramente simbólico, se convierte en un éxito impredecible y nadie sabe entender el motivo.
Pero todos los que hacemos cultura, humildemente, sabemos que todo aquello que consigue emocionar merece la pena, llegue a quien llegue. Y uno debe dar su charla para 5 o para 500. Explicar su obra ante un auditorio vacío o repleto. Respetar a quienes han invertido su tiempo en leer, observar, escuchar.
La Filarmónica de Viena es una de las mejores orquestas del mundo.
Nadie lo podrá dudar. La duda era si Oviedo estaba a la altura, según decían algunos.
Ahora que los ovetenses, una vez más, han disipado las dudas, quizá los mismos que dijeron que no deban dedicar un tuit, una frase, a decir que sí, que efectivamente, los ovetenses querían ver a la mejor orquesta del mundo, que podían pagarlo y que es un éxito.
No pasa nada por reconocer que uno no tenía razón. Y si, de paso, se difunde en redes el 22 de junio, conmemorando el 25 aniversario de nuestro Auditorio, ponemos Oviedo en el mundo cultural, lo que intentamos entre todos, y cada día lo logramos de mejor modo.
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