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En estos días, su Ayuntamiento le remitirá el recibo del IBI (lo que los mayores aún denominan 'la contribución'), que está en período de pago voluntario del 1 de septiembre al 20 de noviembre. No se me despisten, que la entidad local no tiene obligación ... estricta de notificarlo, y si bien lo hace, el hecho de que no le llegue no quiere decir que usted no esté obligado a pagarla. El día 21 genera usted un 10% de recargo y a continuación un 20%, así que conviene estar atento.
Y en cuanto uno lo ve en el buzón, uno odia al Ayuntamiento, a la Corporación encabezada por el alcalde pasando por cada uno de los concejales de gobierno y de la oposición, a los funcionarios encargados de recaudación y hasta el último bedel del último centro social municipal, y se pregunta para qué usa el Ayuntamiento su dinero.
Y ese dinero se va muchas veces en muchas cosas que no vemos, pero en otras se hace palpable. Esto viene a que en todas las ciudades de este país uno puede observar muchos edificios en estado lamentable, generalmente de carácter privado, aunque algunos públicos que no están mejor.
En cuanto a los segundos, las entidades locales se intentan encargar de su mantenimiento y cuidado, que es su obligación, si bien entre que se encuentra la partida presupuestaria, se licita el proyecto, y este se ejecuta, suelen verse andamios durante varios años ocupando las calles.
En lo referente a los privados, los ayuntamientos tienen más problemas. Todos hemos llegado a una ciudad en que, en sus calles de entrada, vemos edificios ruinosos que nos alejan de la voluntad de seguir conociendo, y de esto huyen los departamentos de turismo de todas las ciudades patrias.
En ocasiones pueden adquirirse (Edificio Tabacalera en Gijón, centro comercial del edificio Calatrava en Oviedo) y esto conlleva un esfuerzo presupuestario ímprobo, así como imprevisto, a mayor abundamiento de que han de rehabilitarse y dársele uso. En otros, edificios o propiedades señeras pertenecen a masas hereditarias de muchos interesados que ni se hablan ni quieren hablarse.
El Ayuntamiento requiere su reparación y mantenimiento, y es ignorado. Inicia entonces expedientes para la ejecución subsidiaria en respeto de la salubridad y el ornato. Nadie le contesta, y tiene que iniciar en ocasiones un procedimiento judicial para entrar en un solar lleno de ratas, ante las protestas de los vecinos. Allí se hace todo lo que se puede, e incluso se sanean propiedades completas, y, en caso de encontrarse en estado de ruina administrativa, se procede a la demolición.
Esos edificios, esas casas históricas, esas propiedades humildes, que han quedado sin dueño o con uno que no puede hacer frente a los gastos que conlleva su mantenimiento es una de las obligaciones municipales. De esas que no se ven pero que hacen que sigamos trayendo a nuestros amigos a pasearles, orgullosos, de una ciudad a la vanguardia en limpieza en toda Europa.
Ahí, por ejemplo, se va nuestro IBI, ese que tanto nos duele. En que esos andamios que en ocasiones jalonan nuestras calles para evitar que se nos caiga una cornisa encima, duren lo menos posible.
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