Tomo prestado del maestro José Saramago el título de esta columna, sin pretender emularle, en primer lugar porque allí era la muerte la protagonista, y no pretendo yo ni mucho menos siquiera mentar a la bicha, y en segundo lugar porque la prosa de este ... humilde cronista de capital de provincia, y de diario decano, eso sí, no puede pensar siquiera en parecerse a la del Premio Nobel portugués.
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Se lo resumo rápido, porque llegamos en septiembre y necesitamos concreción y mensajes directos, no sea que nos vuelvan locos nada más aterrizar y se nos haga aún más larga la llegada del estío próximo: el señor presidente del Principado decide que no va a acudir a la misa de Covadonga el Día de Asturias porque no le gusta lo que el señor arzobispo manifiesta desde el púlpito.
Así de simple. Sigue la estela de la ahora delegada del Gobierno, persona sumamente ideologizada, aunque poco preparada, cuya ausencia tampoco pareció molestar a nadie, porque, aunque ella se considere imprescindible, para muchos asturianos es absolutamente caducifolia. Y al señor presidente del Principado le sigue el presidente de la Junta, de quien sinceramente no me lo esperaba, pues le tengo en altísima estima personal y consideración profesional, pero está visto que cuando uno llega al PSOE, pierde la capacidad de decisión y solo queda la obediencia.
Es decir, nuestro presidente del Gobierno regional renuncia a representarle a usted y a mí, y a muchos católicos, y a muchos socialistas, y a muchos socialistas creyentes, como él mismo se define. Dice que lo hace para evitar polémicas, excusa tan flojita que es indigna de alguien inteligente.
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Puede que al señor presidente no le guste lo que diga el señor arzobispo, pero su labor es representar a todos los asturianos. Los que comulgan (nunca mejor dicho) con lo que manifiesta don Jesús Sanz y aquellos que no lo hacen. Porque allí no está un señor llamado Adrián y apellidado Barbón, ni tampoco una señorita llamada Adriana y apellidada Lastra, allí están en representación institucional, el presidente del Principado y la delegada del Gobierno.
Y al parecer, no son capaces de hacer su trabajo. Y no les estamos pidiendo excavar una zanja en el Puerto de Leitariegos para que llegue la fibra óptica, ni echar firme en la carretera de los Oscos para evitar que uno caiga en un bache y no salga de allí. Se les pide que se sienten en la misa, que la escuchen, que interioricen lo que quieran y obvien lo que estimen y se vayan a su casa. Difícil labor por lo que veo.
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Así que nada, la presencia de autoridades será 'intermitente'. Algunos acudirán, pero las más altas instituciones de esta región han decidido poner delante de su labor de representación de los asturianos el ideario que ahora distribuirán desde la calle Ferraz.
Ese que obliga a decir que lo de Cataluña no es un 'concierto', sino que es una 'financiación singular', o a no celebrar la fiesta de la región del modo que se viene haciendo desde que somos democracia.
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'Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras'.
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