Esta región minera e industrial vivió durante muchos decenios entre el negro del carbón y el gris de las chimeneas, creando un paisaje agrio pero efectivo, desagradable a la vista pero efectivo para llenar la cesta de la compra. Todo pasó, y las instalaciones fabriles ... y mineras quedaron en desuso, obligando a su rehabilitación y puesta en utilidad, con los costes para tal labor y, sobre todo, con la visión de mantenerlas cara al futuro.

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Los tours por nuestro patrimonio industrial son un éxito, con empresas especializadas compuestas por historiadores e ingenieros que hacen las cosas bien. Las minas han sido abiertas al público, que las visita y las disfruta. Y otras instalaciones, abandonadas tras acabarse su función, tienen en la cultura un nicho que las rehabilita.

Así ocurre con la fábrica de La Vega, que la Fundación Princesa ha convertido en un lugar idóneo para trabajar durante la semana (ya casi mes) de los Premios. Y así ocurre ahora con Almacenes Industriales, zona de la que ya hemos hablado en varias ocasiones en esta columna (incendios, robos, okupaciones y otras cuestiones desagradables) que va a tener al Kuivi como agente rehabilitador.

El patrón de trabajo es idéntico a ediciones anteriores, música y gastronomía. Y la ubicación ha variado como 'agente salvador' de entornos que no pasaban por su mejor momento. Les conocimos en el antiguo instituto de San Lázaro, antes de su demolición, pasando de Chernobyl a un lugar en que sonaba la música y la gente disfrutaba. Después se fueron a esa zona vacía en el HUCA, que muchos no conocían, entre el hospital y rehabilitación, donde se ubicaron un par de ediciones y que pasó también de un bosque abandonado a un lugar encantador.

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Y ahora, a la zona de Almacenes Industriales a rehabilitar otra zona con algún obstáculo urbanístico y real. Los organizadores conocen su labor sanadora y, aunque no es su prioridad, porque ellos conforman un festival para el disfrute del ciudadano de Oviedo, no pueden ser ajenas a la misma. Sus contenedores culturales llegan a un lugar y allí vuelve a florecer el espíritu de algo vivo e interesante, en territorios anteriormente yermos.

Y esa es una labor de la cultura que acaso se olvida muchas veces. El Kuivi que llega y rehabilita. Los Premios Princesa que dan actividad. Los encuentros poéticos en plazas de pequeños pueblos donde antes no funcionaba ni la fuente pública.

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La fuerza sanadora y rehabilitadora de la labor cultural de muchos que, pese a las dificultades, siguen creyendo.

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