La isla de los tronados

Todo tiene un aire cutre, como de despedida de soltero que se desmanda. Solo faltan los globitos con forma de pene. Lo de Tejero fue también una majadería, pero al menos había una cierta escenografía y un par de tanques desfilando por Valencia. Sobre el 23F Javier Cercas escribió un novelón y hay algún documental estimable, pero estos últimos episodios no van a dar ni para una serie adolescente de tontainas.

El domingo los ultras brasileños entraron en el Congreso como los niños se meten en una piscina de bolas y todos ellos (los trumpistas, los del alemán zumbado, los bolsonaristas) dan la sensación de haberse escapado de un frenopático y de necesitar con urgencia un tratamiento psiquiátrico de los de antes, con sus lobotomías y sus electroshocks. Como pueden ser peligrosos, sería buena idea meterlos a todos en una isla (propongo las Malvinas) y que gocen ahí de sus conspiraciones como cochinos en el barro. Bajo el reinado de Heinrich XIII Reuss, con el del bisonte de primer ministro y los brasileños organizando la economía y el equipo de fútbol. El paraíso terrenal, oiga.