Borrar

La vejez ya no es sólo cuestión de años. La mayor parte de mi familia a mi edad ya se habían ido y, entonces, a ... mí me parecían muy viejos. Pero un día te das cuenta de que efectivamente has entrado en esa etapa de la vida en la que cada vez el final está más cerca, aunque tu cabeza no haya envejecido, aunque no hayas tenido en cuenta que la mayor parte de las cosas suceden, por eso, por la edad. Cuando empiezas a visitar el tanatorio con demasiada frecuencia, y en una noche de insomnio a tu cabeza le da por recordar a todos los que no están y te das cuenta que de la generación que te precede ya no queda casi nadie. Tal vez nadie. Pero sigues sin sentirte vieja, en todo caso mayor; hasta que un buen día te percatas de que tienes dificultades para caminar, que te cuesta levantarte y que empiezas a visitar la consulta médica con frecuencia con dolencias que eres incapaz de relatar con claridad, porque, en el fondo, tienes un conjunto de síntomas inespecíficos que en cierta manera no crees aparejados a los años. Pero sí: son cosas de la edad. Qué mal te sienta cuando, con más o menos tino, depende de su humor ese día, te espeta que, «a su edad esto es normal». Malo, malo y feo, feo. Luego está el espejo, menos importante para mí, que también te dice que tu vejez llegó; y llenas tu cuarto de baño de cremas milagrosas que… nada. Lo asumo: la tengo ante mí. Comenzaba diciendo que la vejez no es sólo cuestión de años. Y me ratifico en la afirmación, al menos mientras mi cabeza se resista a envejecer y tenga capacidad suficiente para la lectura, la escritura, la música, el teatro…, de igual forma que si los años no hubiesen pasado. Afortunadamente, tengo ante mí algunos ejemplos que me superan, pese a sus años (unos diez más que yo), en vitalidad y actividades culturales: mi amigo Janel Cuesta, estudioso incansable de nuestra historia; mi cuñado Jorge, siempre activo, implicado en mil cosas de Gijón; mi amiga Pilar, que cada mañana sube a La Providencia a toda velocidad como si tal cosa; el periodista Graciano García, que con su proyecto 'Asturias Capital Mundial de la Poesía' traspasó con creces las fronteras del terruño; el entrañable Luis Rubio, hoy con sus audiciones musicales, otrora con todo tipo de actividades culturales en el Ateneo. Y rondando mi edad hay muchas más personas que tienen años, pero no tienen una cabeza viejuna. Encontré no hace mucho al hijo de Arturo Arias, tan ingenioso como su padre y a la pregunta '¿cómo estás?' me respondió: «En fotografía bien, en radiografía ya es otra cosa». Pues eso.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio La vejez