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El pasado lunes fue el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. El día anterior contabilizábamos una muerte más. Y van 41. No hubo medio de comunicación que no se hiciese eco de esta conmemoración: actos institucionales, testimonios, entrevistas… De todo ... hubo a lo largo de toda nuestra geografía. En esta ocasión fui testigo, y participé en algunas actividades en Alfaz del Pi cuya finalidad era poner en práctica mecanismos que, por una parte protejan a la mujer (no con buen resultado) y, por otra concienciar a la sociedad y a la propia mujer de la necesidad de tomar conciencia de unos derechos que se basan en una igualdad que pasa porque nosotras mismas reforcemos nuestra autoestima y porque la sociedad entienda que ningún hombre es más que cualquier mujer, y viceversa. Simplemente somos diferentes. Hay, por supuesto, muchos más argumentos, pero haré una parada en estos, porque los aspectos que he conocido en la actividad en la que participé, me dejaron muy impactada. Fue la presentación de libro titulado 'amigas' (escrita por la periodista Raquel López y por la azafata Raquel Pons), pudiera parecer que se trata de una novela de tema lésbico. Error, de nada de eso trataba. Ambas fueron exponiendo, ahora que aún son jóvenes cómo fue su juventud, cómo su irrupción en el mundo de las relaciones de pareja. Un poco chocante para quienes peinamos (teñimos) canas, pero nada que ver con lo que está pasando. Raquel, la periodista, hizo varias intervenciones en institutos hablando de sexualidad, de cómo se inician hoy los jóvenes. Le contaron cosas tan espeluznantes que ni se pueden reproducir aquí. Diré que las niñas se sienten atraídas por el más malote de la clase, que las trata como trapos y se jactan de tratarlas sexualmente a su bola (dicen ellos), de llevarlas a los cuartos de baño de los institutos y allí pasar por las manos de varios a la vez, para luego darles el aprobado, o no. No es ciencia ficción, créanme. A partir de los 7 (leen bien, 7) ya ven porno en su móvil. Con este panorama entenderán que no podemos llegar lejos. Se incide en la libertad sexual, en el derecho a sentirse chica o chico, pero del respeto hacia las niñas, poco o nada. Un llamamiento a los padres, a esos móviles por los que acceden a normalizar la pornografía. El respeto que evita la violencia de género empieza en la educación y en el control parental.

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