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Desde el exilio

Jueves, 6 de febrero 2025, 01:00

Un jueves cada quince días me asomo a este espacio periodístico desde Altea, en donde llevo algún tiempo exilada por mis reumáticos huesos que parece que con el sol mediterráneo mejoran un poco. O tal vez, ni mejoran; pero la luz mediterránea me ayuda a ... envejecer mejor. Y si no es cierto, me lo creo y punto. Vivir a mil kilómetros de mi Gijón no estuvo nunca dentro de mis prioridades, porque soy cotilla y todo lo que pasa en mi ciudad, en las aldeas que la rodean y en el resto de Asturias, sí fueron siempre mis prioridades. 'De herencia le viene al galgo', que se suele decir: de la herencia de mi padre que patear las calles en busca de algún acontecimiento importante susceptible de comunicarlo en esa sábana enorme que era entonces EL COMERCIO, o recorrer los pueblos para recoger viejos aperos de labranza o uso doméstico para llevarlos al Pueblo de Asturias, pasando por cuanto fuera publicable, constituyó su vida (corta, por cierto). Pues, como digo, heredé esa afición, esa su curiosidad, ese amor al terruño y la costumbre de comenzar el día leyendo la prensa. Es difícil pensar que yo ya pueda hacer ahora ninguna de estas cosas, máxime con tanta distancia por medio. Pues bien, sigo perfectamente informada de cuanto acontece en Gijón y alrededores, EL COMERCIO on+ o, lo que es lo mismo, su lectura por internet, me permite estar al día y hasta participar de algunas actividades si no con acción, sí con opinión. Y si llega el caso, como lo fue la escultura que se dedicará a Arturo Fernández, pues pongo mi granito de arena. Que, por cierto, iba a sufragarse por suscripción popular, pero ahora ha dado un paso al frente el Consistorio asumiendo el coste. Ahora queda la Universidad Laboral, empezando por iluminar tan monumental construcción (un grupo de excursionistas de aquí, de Altea, la visitaron y quedaron sorprendidos de su majestuosidad: aproveché para fardar) y continuando por su promoción turística, para que sea visita obligada. Merece la pena. De cuando en cuando hago alguna excursión, créanme que muestran cada cosa como monumental, que no puedo evitar lamentar que no sepamos valorar nuestras joyas arquitectónicas. Queda dicho y como decía mi hermana Marta.

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