La selección natural ha enseñado a algunos árboles un sofisticado método de protegerse de fríos, nieves y heladas. La agresión extrema del clima en los días más cortos y menos luminosos de invierno les obliga a hibernar de modo similar al de los osos en ... la cueva. Para ello, cada final de otoño, a la espera de una nueva primavera, los caducifolios se despojan de hojas, y se cobijan al abrigo de la corteza para aguantar mecha mediante la reserva de savia acumulada en la época feliz, que así son vida y naturaleza. De cara al invierno, el árbol actúa mecánicamente, sin deprimirse ni bloquearse ni frustrarse ni enfadarse ni decepcionarse ni agobiarse. No como algunos mamíferos bípedos y sapiens, que se creen superiores por no hallarse fijados a la tierra por raíces, excepto algunos actores del 'Amanece que no es poco', la peli de J. L. Cuerda.
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Algunos de estos mamíferos se comportan como caducifolios para afrontar algún difícil 'annus horribilis'. Por no acertar a explicarse las razones de su desgraciada estancia en este mundo perro, el miedo les pierde y se abaten. No recurren al almacén de recursos mentales del que disponen los animales superiores para sobrevivir, y pasito a pasito, caminan desolados hacia alguna osera psíquica. A hibernar. Ese medroso retiro afecta al resto de la comunidad humana, convertida por tal ausencia en un desierto vacío de empleos, oficios, escuelas, bares, y ferias y fiestas de guardar y de no guardar. Mientras, otros, ante la invernada social, salen por peteneras a berrear en vivo y en directo contra el fabricante de esta basura de universo, contra todo lo que se menea, el 'porco governo', los fiesteros contaminantes, o contra la puta vida en general. Mientras que en la acera de enfrente, hay quien se afana en dar con algún cielo artificial, que los cielos son todos artificiales, angustiado por la ansiedad de adentrarse en algún paraíso. Los expertos constatan que son estos tales quienes han contribuido a la actual subida del consumo de estupefacientes, tranquilizantes, hipnóticos, sedantes, psicotrópicos, ansiolíticos, antidepresivos y estimulantes. ¿Cómo no va a ser así si muchos de ellos creen vivir en infiernos a los que nunca retornarán las primaveras?
Y encima, viene un rabino ultraortodoxo, los clérigos siempre orbitando a su aire, más en el 'Unorthodox' en Netflix, y el muy cretino afirma que el 'sustrato embriónico' de la vacuna antiviral puede convertirte en gay. ¡Vaya por Jehová! Verás tú qué risa como tengamos que recorrer el último tramo de la existencia con faldas y a lo loco...
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