La tribu literaria siempre ha sido fiera. Cuestión de egos, supongo. Incluso cuando había dinero, la tribu era impiadosa. El pobre Marcial (40 d.C) ya hablaba de ambas cosas, de la ferocidad y de la poca rentabilidad de la literatura. Escribía en sus Epigramas: « ... Que el poeta piadoso debe ser decente, pero de ninguna manera sus versos». También se quejaba de que los mentecatos de sus padres le habían enseñado unas pocas letras, en vez de animarlo a ser pregonero o arquitecto, e insistía en evitar a los gramáticos. Las cosas han cambiado poco. Lo que dijo Andreotti sobre la política, también sirve para lo nuestro: «En la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos, y compañeros de partido». Léase 'camaradas escritores'. De la locura del oficio, hablamos otro día, solo recordarles lo que se lee en el descacharrante 'El diablo cojuelo': «Como aquel gramaticón que perdió el juicio buscándole a un verbo griego el gerundio, o aquel otro que se volvió loco por haberse perdido tres décadas de Tito Livio».
Publicidad
Respecto a los pollos literarios, existe una larga genealogía. Todos recordamos la hostia que Vargas Llosa le soltó a García Márquez, o la tralla que se metieron Cela y Muñoz Molina a costa de la arrogancia del primero («el doncel tontuelo», le llamaba Cela). Italo Calvino decía de Cela que «es una de las personas más vacuas e insoportables de la literatura internacional». «Fierra corrupia», llamaba Julio Camba a Galdós. Siguiendo con nuestros particulares episodios nacionales, Ramiro de Maeztu presentó a Baroja a Pérez Galdós de tal guisa: «Este es Pío Baroja, hombre atravesado que habla mal de todo el mundo y también de usted». González-Ruano, regresando de casa de Sánchez Mazas, comentó: «Qué casa tan rara. Todos hablan mal de todos y todos tienen razón». Y durante el entierro de Pérez de Ayala, Ansón, que decía que Ruano siempre estaba o parecía enfermo, le soltó: «Qué buen aspecto tienes, César». Ruano contestó: «Hombre, en este sitio, sí». Y para acabar con Ruano, lo que este opinaba de los poetas que no le gustaban: «Tenía cara de rana atropellada».
Si hablamos de rankings de 'hijoputismo', Gore Vidal tiene marcas difíciles de igualar. Cuando murió Truman Capote, le pegó este repaso: «Con su muerte, Capote imprime un giro interesante a su carrera». Y otra de sus perlas: «No basta con tener éxito. Otros tienen que fracasar». Es famosa la cita que tuvo Buñuel con Dalí en el hotel Plaza de Nueva York: tras años sin verse, Dalí tuvo un arrebato nostálgico y le citó en el bar del hotel, Buñuel, siempre temperamental, le respondió que de acuerdo, porque tenía muchas ganas de romperle la cara (finalmente, no llegó la sangre al río y pudo la sentimentalidad del aragonés: terminaron borrachos a dry martinis). Emerson le hizo este traje a Jane Austen: «Las novelas de Austen me parecen vulgares en tono, estériles en invención artística, están encerradas en las absurdas convenciones de la sociedad inglesa, sin ingenio, sabiduría o conocimiento del mundo. Una vida demasiado convencional y encerrada». Faulkner, un poco más elegante, disparó con posta contra Hemingway: «No es uno de esos conocidos por usar palabras que puedan llevar al lector a buscar un diccionario».
Antes estas cosas se ventilaban en un duelo, elegías pistola o sable, y listo. Ahora hemos decaído, la verdad. Quevedo se pasó su vida echando basura a Góngora («yo untaré mis obras con tocino, porque no me las muerdas, Gongorilla…»), Joyce y Proust se odiaron ad aeternum cuando Joyce le dijo a Proust que no había leído nada de él, y se recuerda la respuesta de Cernuda a Emilio Prados, gran detractor de su obra: «Lo cretino, en ti, no excluye lo ruin». Hay odios profundos como el Erebo, como el que le profesaba Mailer a Tom Wolfe, de quien decía que solo un idiota podía vestirse siempre de blanco. Broncas, puñales, peloteras, desencuentros, vanidades. Pérez-Reverte llamó «gilipollas» a Borges; Borges explicó que Hemingway «se había suicidado porque se dio cuenta de que no era un buen escritor»; Marsé tuvo un momento feliz al denominar los escritos de Umbral como «prosa sonajero», y pensaba que «no es un escritor, mucho menos un novelista, si acaso, un provocador»; Umbral describió la prosa de Baroja como de «una torpeza infinita». Caso aparte es Juan Ramón Jiménez, que debe de tener algún récord, porque criticó a todo el mundo (Buñuel y Dalí le mandaron una carta con un gran «¡Mierda para tu Platero y yo!». El gran Bukowski tiene una muy buena sobre Shakespeare: «Es ilegible y está sobrevalorado».
Publicidad
Estocadas, pullas, linchamientos, insultos. Rosa Chacel opinaba que el insulto fuera arte era un milagro. Quizás había algunos grandes, pero cuando proviene de subalternos de la literatura, el insulto es algo delictivo (por cierto, la Chacel opinaba que Umbral era un cretino y un verdadero imbécil, mientras Umbral opinaba que la Chacel era lesbiana). Bolaño dijo que Pérez-Reverte está en la Academia Española igual que Paulo Coelho en la brasileña (tiene otra muy buena sobre Neruda: «La literatura chilena gira en torno a un sol muerto que se llama Pablo Neruda»). Kingsley Amis no se cortó con Nabokov: «Es un hijo de puta», igual que Truman Capote sobre 'De aquí a la eternidad', de James Jones: «Es una mierda», o Evelyn Waugh sobre Proust: «Creo que era un retrasado mental». Coleridge sobre Gibbon también hace sangre: «Su estilo es despreciable, pero no es lo peor de él». Y recordando de nuevo al gran malvado de la literatura mundial, Gore Vidal, tiene una extremadamente punzante: «Las tres palabras más desalentadoras en el idioma inglés son: Joyce Carol Oates».
Para terminar, un par de pulpos que pueden valer por animal de compañía. Potocki hizo en su libro un gran epitafio para Talleyrand: «Que Dios, si existe, tenga piedad de su alma, si la tuviera». Y recordar aquella crítica de 'The Economist' del libro de Giddens, 'La tercera vía': «Increíblemente, magistralmente y, a veces, inquietantemente vacuo».
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.