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El israelí Daniel Kahneman fue laureado con el Premio Nobel de Economía del año 2002, compartido con el genial y excéntrico norteamericano Vernon Smith, como reconocimiento a las aportaciones que la rama de la Economía Conductual realizó a lo largo de muchos años a la ... ciencia económica. Y dentro de las tesis que defiende Kahneman, está el hecho de que el ser humano funciona con modelos de muy cuestionable racionalidad y que se deja llevar por autoengaños, interesados o no.
Otros iconos de dicha Economía Conductual, como Dan Ariely, sostienen que ante un problema hay tres tipos de reacciones. El primer modo consiste en la política del avestruz, es decir, negar la existencia del problema. La segunda actitud implica reconocer el problema, pero en lugar de centrarse en las soluciones se opta por buscar culpables o excusas. La tercera vía, que es la buena, consiste en reconocer el problema y buscar alternativas o soluciones al mismo. Incluso apuntan Ariely y Kahneman que, en muchas ocasiones, el ser humano recorre las tres etapas. A una conclusión parecida ya había llegado también, el economista norteamericano Herbert Simon, también laureado con el Premio Nobel de Economía del año 1978, cuando apadrinó su famoso modelo de 'Racionalidad limitada'.
Y el mundo occidental tiene ahora un problema enorme encima de la mesa llamado inflación. Las posturas ante este problema han seguido milimétricamente la teoría de las tres fases de Kahneman y Ariely. Con una inflación desbocada en todo el mundo occidental y que en España ya alcanzó la increíble cifra del 10,2%, negar la existencia del problema ya comienza a ser insostenible. A esta situación se ha llegado por dos razones. En primer lugar, porque las políticas expansivas de los bancos centrales a lo largo de más de diez años, buscando mantener los tipos de interés en el 0%, han generado un exceso de liquidez en el mercado y eso tenía que desembocar en un proceso inflacionista. La segunda razón es que debido al covid y a la clarísima ineficiencia de todo el decrépito mundo occidental, ha habido un shock en la oferta de muchos productos y componentes industriales, lo cual aumentó el precio de los mismos. La unión de ambas causas solo podía desembocar en un gran proceso de inflación, como así ha sucedido.
Todo un mito de la economía como el controvertido Milton Friedman, siempre advirtió de que la inflación era como un impuesto silencioso, pero implacable, que dañaba el bolsillo del ciudadano. Perdedores va a haber muchos, porque los pensionistas no van a poder mantener actualizada su pensión con un IPC tan elevado, los trabajadores no van a recibir un aumento salarial equivalente a la inflación, los ciudadanos que tengan liquidez verán totalmente devaluados sus ahorros y, así, un largo etcétera. A todo eso hay que añadir que incluso aquellos privilegiados que consigan aumentar sus ingresos en el mismo porcentaje que sube el IPC, es decir, que consigan mantener su poder adquisitivo, pagarán más impuestos ya que al mantener Hacienda la misma escala impositiva, en el fondo está realizando una subida encubierta de impuestos.
Volviendo a las fases que mencionaba Kahneman, en un primer lugar se trató de negar la evidencia del problema, argumentando que estábamos ante algo meramente puntual, debido al aumento del coste de la energía. Cuando era obvio que dicho coste iba a trasladarse a toda la cadena productiva generando una gran espiran inflacionista. En una segunda etapa cuando se comenzó a vislumbrar que la inflación iba a enquistarse y a trasladarse a todo el proceso productivo, algunos políticos decidieron que la solución era decir que todo sucedía por el malvado Putin. Lo de Rusia y Ucrania fue solo la mecha que encendió la hoguera, pero los ingredientes ya estaban todos servidos en cantidades generosas. Además, si todo Occidente depende de lo que haga un país que tiene un PIB menor que el de Italia y poco mayor que el de España, eso significa que somos una sociedad muy endeble y que algo se está haciendo rematadamente mal. Dentro de poco entraremos en la tercera fase, o sea la de las realidades, la de buscar soluciones. Y ahí llegarán los grandes sacrificios económicos para ahorradores, pensionistas, autónomos, etc. Incluso, el presidente de la FED, Jerome Powell, no oculta ya su claro temor a una profunda recesión económica en el mundo occidental.
Pero siempre queda otra vía que ya se aplicaba hace dos milenios, que consiste en 'matar al mensajero'. Cerrar los ojos a la realidad nunca fue solución para resolver ningún problema. La inflación actual dejará a Occidente con sus miserias al aire. Y son muchas.
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