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Hace décadas, cuando la familia se reunía en torno a la mesa para jugar, o sea antes de que estuviesen todos callados y cada uno por su cuenta absortos en la pantalla de su móvil, el juego del Monopoly ocupaba y entretenía las tardes de ... muchos domingos lluviosos. Eran otros tiempos, más humanos. En aquel juego había propiedades y billetes de dinero que se repartían a los jugadores. Las propiedades eran siempre las mismas, es decir, no aumentaban ni disminuían, con lo cual el precio de las mismas dependía de cuánto dinero se repartía entre los jugadores.
Siempre pensé que aquel juego del Monopoly era el mejor ejemplo de las teorías monetaristas, abanderadas por el norteamericano Milton Friedman, Premio Nobel de Economía del año 1976, según las cuales la cantidad de dinero que circula en la economía tiene un poder decisivo en los precios. Eso tan elemental y evidente, lo han olvidado el BCE europeo y la FED norteamericana y, por eso, tenemos una inflación galopante que va a conducir al mundo occidental a una probable recesión económica, aunque ahora se diga que todo es culpa del conflicto ruso-ucraniano. En el área euro la inflación ya está en el 7,5%, en España en el 9,8% y en Estados Unidos ya alcanzó el 8,5%, situándose en niveles récord en las últimas cuatro décadas.
El problema que tienen tanto el BCE como la FED es que están en manos de burócratas grises que se basan en modelos econométricos que predicen el futuro en base a series históricas del pasado, pero la situación actual es diferente a todas porque jamás hubo una política monetaria expansiva, consistente en la compra de cantidades ingentes de deuda pública durante más de una década para salvar a países manirrotos que gastan más de lo que ingresan de forma sistemática. A todo ello hay que añadir factores inesperados como la covid y el problema de Ucrania, pero el mal de fondo ya estaba ahí. El problema es que ahora ninguna receta es buena porque si no se ataja la inflación se va a disparar y traerá recesión y si se adoptan políticas monetarias fuertes, con subidas de tipos de interés drásticas, también habrá recesión. Es lo que pasa cuando se actúa tarde y mal.
A una conclusión parecida llegó el veterano Otmar Issing, el que fuera primer economista jefe del BCE en 1998, el cual a sus 86 años ha dado un buen repaso a Christine Lagarde por su pasividad al frente del BCE y por haber realizado un diagnóstico erróneo basado en extrapolar situaciones del pasado que no tienen nada que ver con la situación tan especial que vivimos ahora. Issing manifestó que «La inflación era un dragón dormido que lo han despertado y ahora está furioso». Realmente, tan sólo el Banco de Inglaterra parece haber tomado conciencia de este problema un poco antes que el resto de bancos centrales. Lagarde sigue sosteniendo que a finales del 2024 la inflación estará por debajo del 2%, pero la inflación subyacente ya se está disparando también y es evidente que el coste energético ya se trasladó a todos los procesos productivos, con lo cual la inflación es generalizada.
Curiosamente, el BCE tiene su sede en la ciudad alemana de Frankfurt y en el país teutón tienen una sensibilidad especial con el tema de la inflación ya que en los años veinte, cuando la República de Weimar, las sanciones desproporcionadas que el resto del mundo impuso a Alemania condujeron a ésta a imprimir billetes de forma incesante para poder pagar la deuda, lo cual provocó una inflación inmensa. Cuando estuve en Nuremberg, en el Museo dedicado a la historia del nazismo, recuerdo que había una casa en la cual sus paredes estaban empapeladas con marcos de aquella época ya que les resultaba más barato empapelarla con billetes que con papel pintado. Aquello dejó huella en Alemania y ahora allí a Lagarde la llaman «Frau Inflation» (Señora Inflación).
Otro dato que apunta hacia que la inflación va a ser un serio problema es el mercado de bonos norteamericano, en el cual se ha producido un notable repunte del tipo de interés que paga el denominado «T-Note», o bono norteamericano a diez años, pese al enorme apoyo que tienen esos títulos al estar sostenidos artificialmente mediante compras masivas por parte de la FED. En Europa sucede algo parecido y el BCE acaba de anunciar que tiene «un arma secreta», diferente a las compras de deuda pública, para evitar el derrumbe del mercado de renta fija. Pero, ha dicho que no quieren revelar cuál es el arma secreta, lo cual suena literalmente a chiste.
Y, hablando de rentabilidades de la renta fija, por primera vez en una década ya le resulta más barato a China financiarse mediante deuda pública que a Estados Unidos, señal inequívoca de la confianza que cada país inspira. Uno es el futuro y otro el pasado decadente. Europa está en otra categoría. Es literalmente, nada.
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