La inflación se ha convertido en un gran problema en todo el mundo occidental, pero hay países donde es aún más acuciante la subida de precios. Una ojeada al 'ranking' de países inflacionistas nos muestra que en primera posición está Líbano, considerado hace décadas como ... la Suiza asiática, con un 162%, seguido por Venezuela (un país que lo tiene todo para ser un grande, pero también un desastroso enfoque político y económico) con un 114%. A continuación, en esa lista fatídica, aparecen Argentina (otro que podría ser grande si no fuese por su detestable clase política) y Turquía con el 83%. Un país, este último, que está a caballo entre Europa y Asia, pero con graves problemas raciales, religiosos y políticos que lo alejan cada vez más de Europa.

Publicidad

En cuanto a países de la Unión Europea, ninguno se libra del problema, pero en la Europa del Este, la que formó el antiguo Telón de Acero, el problema es más grave, ya que Chequia, Polonia y Bulgaria, rondan el 18% anual de inflación, mientras que los bálticos como Lituania, Estonia y Letonia superan ya el 20%. Y la gran pregunta es qué pueden hacer esos países para luchar contra el fantasma inflacionario, ya que están privados de las dos principales herramientas, como son el manejo de los tipos de interés y la posibilidad de modificar el tipo de cambio de su divisa, ya que es el euro. Además, teniendo en cuenta que hay libertad de circulación de capitales no cabe pensar que los bancos de Lituania, Letonia o Estonia vayan a ofrecer tipos de interés del 20% a sus clientes, porque se produciría un trasvase masivo de dinero desde todo el área euro hacia dichos depósitos. Entonces, la respuesta es que realmente esos países no pueden hacer casi nada para luchar contra la inflación, lo cual conducirá a un gran empobrecimiento a sus ciudadanos a corto plazo.

En los años cincuenta, sobre las cenizas humeantes de la Segunda Guerra Mundial y auspiciado por Estados Unidos, comenzó a germinar un embrión de proyecto europeo con la CECA (Comunidad Europea del Carbón y Acero) que desemboco en la formación de la UE y el nacimiento del euro, décadas después. En todo ese trayecto, la idea de fondo fue la tesis de Robert Mundell, Premio Nobel de Economía del año 1999. Es decir, la existencia de la denominada ZMO (Zona Monetaria Óptima). Una breve reseña de Mundell nos indica que nació en Canadá en 1932 y que falleció en Italia el año pasado. Mundell, después de su paso por el mítico MIT y por Columbia, se especializó en estudios sobre el tipo de cambio y junto con Marcus Fleming, desarrolló en 1962 el conocido como modelo 'Mundell-Fleming'. Dicho modelo sostiene que es imposible tener a la vez autonomía interna, tipos de cambios fijos y circulación libre de capitales y que de los tres objetivos había que conformarse con manejar dos.

Dentro de los éxitos predictivos de Mundell figura el hecho de que vislumbró que el abandono del Sistema de Bretton Woods (Patrón Oro) conduciría a una estanflación, es decir, paro e inflación simultáneamente, cosa que sucedió en los años setenta, cuando la crisis de los petrodólares. Aquella predicción de Mundell que parecía agorera se cumplió a rajatabla. En cambio, pronosticó en el año 2000 que el euro se expandiría a más de 50 países, que el dólar invadiría toda América y que el yen sería el centro del comercio asiático, lo cual no se cumplió. Pero si por algo Mundell es conocido es por haber apadrinado el concepto de ZMO (Zona Monetaria Óptimas), basado en otro estudio previo de Abba Lerner, que dio lugar al concepto de lo que es hoy el euro y la UE. Y para que una ZMO funcione como tal es necesario que se den una serie de condiciones como son la movilidad laboral, la libre circulación de mercancías, la flexibilidad de salarios para poder competir unas zonas con otras sin sufrir shocks asimétricos de empleo y la libre circulación de capitales. Cuando alguna de esas condiciones no se cumple se generan desequilibrios en los mercados y se producen shocks en las economías de algunos países. En el caso de España, el shock se produce por el lado del empleo y en el caso de los países bálticos del Este (Lituania, Letonia y Estonia) por el lado de una inflación galopante que no tienen modo de reconducir o frenar.

Publicidad

En cualquier caso, la situación actual inflacionaria en Europa es consecuencia de lo que advirtió, no hace mucho, el Premio Nobel de Economía del año 2005, el alemán-isralí Robert Aumann, especialista en 'Teoría de juegos' y experto en campos como la negociación bélica. Aumann señaló que «estamos asistiendo a un pulso entre Estados Unidos y Rusia, los cuales tienen los codos apoyados sobre la espalda de una maltrecha Europa»... Y a la vista está que el pulso lo está perdiendo quien no lo echa. Es decir, Europa. Y cuanto más dura el pulso, más se clavan los codos en la espalda europea.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad