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Advirtió León Felipe que se sabía todos los cuentos. La Historia de la humanidad es el cuento de nunca acabar. Y no por el futuro, sino por el pasado. Como explicó Gregorio Morán, cuando escribía sobre la historia de la transición: quizá nos hicimos mayores ... cuando descubrimos que era el pasado el que cambiaba siempre, y que el presente seguía en general inmutable. Y de eso, precisamente, va la cosa. Un nuevo libro cuestiona de un modo sorprendente las teorías más aceptadas de la historia de la humanidad. Sus autores proponen una teoría iconoclasta de la posible cuna de la civilización.
Uno de los dos autores, David Wengrow, es un respetado arqueólogo inglés y autor de varios libros, incluyendo 'What Makes Civilization?' (¿Qué es la civilización? En una traducción laxa). David Graeber, que comparte la autoría del libro, es un intelectual, activista ácrata y escritor, que fue profesor de la London School of Economics, después de que le despidieran de la Universidad de Yale por sus opiniones políticas.
Graeber, considerado por muchos de sus colegas como un genio, alcanzó fama mundial por la organización del movimiento de indignados americanos que acampó frente a la bolsa de valores de Wall Street en Nueva York. Desafortunadamente, Graeber falleció -de una pancreatitis durante una vacación en Venecia-, antes de que se publicara su libro y pudiese ser testigo de cómo sus teorías volvían a zarandear con fuerza la tranquila nave de los historiadores.
El libro se titula 'The Dawn of Everything. A New History of Humanity' ('El comienzo de todo. Una nueva historia de la humanidad'). El ensayo que está basado en nuevos descubrimientos arqueológicos fue escrito durante casi una década: es un tocho de setecientas páginas, sesenta de citas bibliográficas y que pesa medio kilo. Su tema principal, y su grandiosa meta, es revisar todo aquello que creamos saber sobre las sociedades humanas desde que comenzaron a establecerse hasta nuestros días.
El libro, que a veces adquiere el tono de un panfleto contra el todo, trata de rebatir, y en ocasiones lo consigue, la explicación convencional de la historia de la humanidad inspirada por filósofos como Hobbes y Rousseau, quienes sugirieron que la estructura jerárquica de la sociedad era necesaria para que los ciudadanos y las naciones pudiesen vivir en paz. Una historia que ha sido más o menos repetida por extraordinarios escritores, excepcionales divulgadores y pensadores como Jared Diamond, autor de 'Armas, gérmenes y acero', y Yuval Noah Harari, autor de Sapiens'. Este relato convencional sería más o menos así: el Homo sapiens no se organizó durante al menos 300.000 años, cuando permanecíamos nómadas y sin una clara visión de sociedad, hasta que descubrimos la agricultura y la ganadería hace más o menos 10.000 años. Entonces nos hicimos sedentarios y comenzamos a trabajar en un modelo de sociedad jerárquica, de ley y orden. La única estructura que nos permite vivir juntos.
Para los autores del nuevo ensayo este relato no se ajusta a los últimos descubrimientos arqueológicos. Para ellos, antes de la evolución de la agricultura vivíamos en pequeños grupos sin diferencias de poder y donde las cosas se resolvían entre iguales. El comienzo de la civilización sería una especie de comuna anarquista perfecta. Los autores no dicen que fuéramos felices entonces, pero se intuye. No dicen, tampoco, que la ausencia de estructuras de poder nos hiciera felices, pero casi. Los buenos tiempos terminaron, sin embargo, con el desarrollo de la agricultura. Con el comienzo de la producción y sus excesos, incluyendo la propiedad privada, las comunas igualitarias se transformaron en tribus con una organización forzada que incluía los estamentos sociales, los jefes civiles y las autoridades religiosas. Y es ahí, donde, según los autores, aquel mundo bravo y feliz se fue al garete. Porque de aquellos vientos llegaron estos lodos y en el presente «un porcentaje muy pequeño de la población controla el destino de casi todos los demás, y lo están haciendo de una manera cada vez más desastrosa».
Los autores tejen con datos y teorías un tapiz complejo, lleno de polémica y colorido intelectual, en el que la humanidad de nuestros días, atrapada en condiciones sociales rígidas y jerárquicas, habría horrorizado a nuestros antepasados. Con la maldita agricultura no nace el progreso a secas. Nace el progreso que genera las desigualdades sociales y económicas y los poderes fácticos.
Entre las numerosas herejías del libro una de las más fascinantes, y quizá para algunos académicos la más increíble o inaceptable, se refiere a la posibilidad de que pensadores nativos de América, de la tribu de los Hurones, hayan influenciado definitivamente el pensamiento que desencadenó la Ilustración europea del sigo XVIII. Una afirmación demoledora que ha hecho murmurar a los cínicos que a los autores de 'The dawn of everything' les importa más sorprender al lector con argumentos interesantes, que tener razón. Pero para otros, este nuevo libro representa una evidencia más de la necesidad de defender y promocionar los valores del indigenismo, que cuestionan una civilización que se acerca al abismo debido al consumo de combustibles fósiles, la codicia de los colonizadores y la destrucción del Amazonas.
Hay muchas razones por las que hay que leer este libro. Una de ellas es que establece ángulos históricos que nadie se había atrevido a esgrimir o incluso a imaginar hasta ahora. Este ensayo ha pillado al establishment académico completamente desprevenido. Algunos de los defectos de este libro incluyen asumir que la historia tiene un sentido. Nuestro cerebro adicto a resolver puzles pide a gritos lógica en la historia -algo que se le pide también a la evolución-, pero eso no quiere decir que este cuento la tenga. Por otro lado, el hecho de que con cada nuevo descubrimiento pueda cambiar el pasado implica que la historia de la humanidad está escrita sobre un cemento blando, que no termina de solidificarse.
Mientras algunos historiadores tratan de revisar el papel de la teocracia española del siglo XVI en el genocidio de América Latina y organizaciones sociales y religiosas intentan reescribir la historia de España del antes y el después de la Guerra Civil, en 'The Dawn of Everything' aparece una revisión de la historia de los intelectuales de izquierdas. Más allá de su tinte ideológico, este es un libro necesario en este momento en el que se cuestiona la democracia incluso en países occidentales prósperos y que movimientos nacionalistas en varios países del mundo pretenden mostrar que dictaduras y tiranías, con su falta de respeto a los derechos humanos y el fomento del odio a los débiles, constituyen el camino más rápido y seguro del progreso.
En su poema, León Felipe señala que el miedo del hombre ha creado todos los cuentos. Equivocado o no, 'The dawn of everything' es un libro escrito por valientes dispuestos a caer sepultados por la inmensidad de pruebas y datos que contradicen radicalmente sus puntos de vista. Vivimos inmersos en la crisis climática. Un problema tan global y profundo que nos obligará a plantearnos si el sistema social -jerárquico y capitalista- es la causa fundamental del Antropoceno y la posible sexta extinción. En ese contexto, no está demás que un antropólogo y un arqueólogo postulen que las primitivas organizaciones humanas progresaron de un modo diferente. Y que la sociedad actual también podría (o debería) evolucionar de ese modo. En cualquier caso, ningún aspecto de la historia o de la sociedad debería, por considerarse inamovible, mantenerse alejado de la investigación y la opinión crítica.
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