En Miranda, el plan de David Gallego fue un acierto, por lo menos en la práctica. Es lo que vale. Es posible que otras veces también haya hecho buenos proyectos en la pizarra, que no salieron como quería.
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Gallego sabía que en Anduva se jugaba ... su futuro en el Sporting. Ya le había pasado ante el Huesca y en Ibiza. Contra los aragoneses, pese al empate, el juego del equipo se ganó los aplausos de El Molinón, lo que respaldó al míster en la noche de la gresca con su antes amigo y ahora conocido Rico. En Can Misses también salvó los muebles, con el auxilio de Aitor, algo de fortuna, los barullos del rival y, como siempre, los cierres de Mariño. En Miranda, el juego del Sporting fue más contundente, con unas ideas más ordenadas, dando pocas opciones a un rival ramplón.
El contundente 0-3 prolonga la estancia de Gallego en el banquillo de El Molinón. El consejo tenía una alternativa antes de ir a la localidad burgalesa, por si el Sporting daba otro patinazo. La sigue teniendo.
Parece que Gallego reacciona cuando sabe que su puesto está en el alambre. Con la plantilla que tiene a su disposición debería pensarse que en el Sporting hay opciones de remontada, pero se arrastran tantas dudas que parece recomendable pensar sólo en el siguiente partido.
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El domingo viene la Ponferradina, presente en la zona de 'play off'. En El Toralín le dio el bofetón más fuerte del curso a los rojiblancos, en el que Bolo, un buen y serio entrenador, le proporcionó un espectacular repaso táctico a Gallego, a quien le fallaron los experimentos.
Al míster se le vio algo crecido en la rueda de prensa posterior al partido, aunque ya sabía lo que es golear fuera. Lo hizo con el Espanyol B en Teruel y con el Sporting en Logroño, ambos con 0-4. En este caso, las circunstancias son otras. La adversidad le crea una fuerte presión que sólo se aparca con buenos resultados. Administrarla no es fácil. Le pasó tras al pitido final, con un rapapolvo fuera de lugar al capitán Pablo Pérez en el césped. Suele tomarlas con los 'guajes'. Guille Rosas, Gragera y Pedro, entre otros. En el trato a los veteranos no hay presiones que valgan. Por si acaso.
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El consejo no valora de forma oficial ningún ultimátum al entrenador. Los dirigentes tienen la premisa de ser mudos en esta materia, a veces con un estilo zafio. Pasa lo mismo con la situación de Javier Rico, aunque hay múltiples detalles del personaje en cuestión que desagradan en la 'planta noble'. En cualquier caso, los que mandan ya tienen buenas referencias de directores deportivos españoles con titulación, experiencia en el fútbol y una imagen de seriedad que el Sporting necesita. Todo se andará.
Lo primero es ganar a la Ponferradina. Es la forma de que siga aquí el estimado Gallego, buen chico y buen entrenador, menos cuando se le revolucionan las neuronas con las adversidades.
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