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Ya me perdonarán, pero todo esto de que se rompe España no lo acabo de ver. Llámenme descreído, o a lo mejor es que de ... tanto repetir que viene el lobo ya ni las orejas le distingo. La situación es grave, por supuesto que tengo ojos, hay gente muy enfadada y estamos jugando con fuego; eso no lo niego: pactar una investidura a cambio de una amnistía está muy mal. Pero de ahí al milenarismo hay un trecho. Y de hecho no es la primera vez -y tampoco será la última- que agravamos problemas permanentes con recetas coyunturales. Y vuelta a empezar.
¿Se acuerdan de cuando Aznar hablaba catalán en círculos reducidos y pactó con Pujol -el enano que hablaba castellano- la desaparición de todos los gobernadores civiles? ¿De España? ¿Y la salida de la Guardia Civil de las carreteras catalanas? ¿Y el indulto a 15 presos de Terra Lliure? ¿Y la cesión del 30% del IRPF? ¿Y la purga del señor Vidal-Cuadras de la presidencia del PP catalán? En fin, si eso no se parece a desmontar un régimen a cambio de un asiento en la Moncloa, que venga González, o Fernández, y lo vean.
Y no es verdad que las periferias ganan siempre. De hecho, si miran los números, es más bien al revés. ¿En qué se basan los que creen que, desde el 78, se cedieron demasiadas competencias? ¿Les suena el parón autonómico que hubo después del 23-F? ¿Saben acaso cómo se gestó la LOAPA? ¿Quién impulsó el 'café para todos'? ¿Por qué nunca se cerró el trasvase autonómico? ¿Cuándo se cedieron educación y sanidad? ¿Cómo se explica que nuestro pequeño y verde país siga -cuarenta años después- con competencias pendientes de transferir?
Yo no voté a Sánchez y no comparto ni sus formas, ni su fondo y mucho menos su relato ilógico y post-pujoliano del hecho diferencial. Y tampoco me gustan los agravios a la Corona, ni los desplantes institucionales de sus apoyos parlamentarios. Y estoy muy, pero que muy cansado del eterno agravio Madrid-Barça y de tener que escoger entre unos y otros. Así que no me vengan con que España nos roba, o Madrid es España, y mucho menos con que Asturies es España y lo demás es tierra reconquistada, porque no está el horno para bollos.
España somos todos y o encontramos un proyecto común o iremos muy mal. Menos manifestaciones, menos elecciones y más sentido -nunca mejor dicho- común. Por eso creo que se está perdiendo una gran oportunidad -otra más- para la verdadera reconciliación. De todos. Y, a cambio, se está realimentando el conflicto y el agravio, y eso sí que me da pena, dolor y rabia. Estamos a tiempo. No creo que este pacto anule definitivamente la igualdad entre los españoles, ni la división de poderes. Y sigo insistiendo en que deberíamos acordar unos mínimos; media docena de ellos. Y los tenemos delante de las narices; cuenten conmigo: somos un reino, una monarquía parlamentaria, un estado autonómico, social y democrático de derecho. Y de acuerdo con esos seis principios la presidencia la ocupa -sin k- el candidato que más apoyos parlamentarios consiga. Punto.
Y si no nos gustan sus apoyos y la cosa es tan apocalíptica, siempre tendremos la opción de darle algunos de los nuestros. ¿Qué le impide, por ejemplo, al PP prestar siete de sus diputados para evitar el acuerdo con Junts? ¿Y otros cinco para hacer lo mismo con el PNV? ¿Y otros seis para Bildu? Perdónenme pero cuando la ortodoxia partidista anula la soberanía parlamentaria toda esta hipérbole rupturista pierde mucho sentido.
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