La generación de los que hemos nacido al final de la guerra en España, provocada por el golpe militar fascista, hemos sufrido también casi medio ... siglo de dictadura. Con la democracia llegó el estado social y de derechos liberales y quizás seamos la primera generación sin guerras en la historia de España. Hemos vivido la paz; nos falta por desarrollar la justicia, la igualdad social.
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Las primeras décadas del siglo actual han despertado sufrimientos y preocupación por los graves problemas internacionales, como la posibilidad de nuevas guerras, el crecimiento enorme de las situaciones de injusticia y desigualdad, y amenazas globales como el cambio del clima y las pandemias universales.
El coronavirus ha llegado a España mientras el país padecía una epidemia de desigualdad, cuyos efectos, que ya se dejaban sentir con fuerza antes, comenzaron a desbordarse por la parte de los más desfavorecidos, en cuanto el confinamiento cortó en seco la actividad económica, con decenas de miles de familias que necesitaron ayuda para comer y con un aumento de la demanda de atención en los servicios sociales. Consecuencias tan lógicas como tristes de una desigualdad social cada vez más extendida.
Mas peligroso que el virus, que va camino de ser controlado, resulta el virus ideológico que predica como solución a los gravísimos problemas apuntados la bajada de impuestos o incluso su supresión. Y esto se dice desde los sectores para los que, al mismo tiempo, exigen subvenciones o intervenciones del Estado para compensar los graves déficits que crea el mercado y quienes lo dominan, para los graves problemas de la deslocalización de las industrias, de los precios crecientes de los insumos que necesitan los agricultores y ganaderos, o ayudas públicas para las catástrofes climáticas. Y eso sin contar cómo se puede sostener y mejorar la sanidad y la educación públicas y gratuitas y los servicios sociales suprimiendo impuestos a los multimillonarios.
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La crisis mundial que estan suponiendo la pandemia y los destrozos sociales y económicos que ya estamos sufriendo, solo tienen como salida la aplicación de un sistema fiscal progresivo que haga frente a las enormes desigualdades crecientes y posibilite la reconstrución de un modelo social justo y solidario. Cuando se habla en instancias políticas conservadoras de hacerse portaestandarte de la Constitución al mismo tiempo que no se valoran los derechos sociales, es necesario que los ciudadanos hagamos uso y defensa de la Constitución. Artículo 31: Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica, mediante un sistema tributario justo inspirado en principios de igualdad y progresividad, que en ningún caso tendrá alcance confiscatorio.
Uno de los tratamientos más gravemente injustos de nuestra fiscalidad tiene lugar en el principal ingreso de la Agencia Tributaria, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), en el que se establece una 'dualidad fiscal' que supone una tributación mucho más favorable para las rentas del capital que para las rentas del trabajo. Así, en 2018, según el último 'Informe anual de recaudación' de la Agencia Tributaria, las rentas del trabajo aportaron el 85% de lo recaudado por el IRPF, mientras que las rentas del capital apenas supusieron el restante 15%.
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Un sistema impositivo que grave adecuadamente las fortunas de los mas ricos supondría unos ingresos para el bien comun que posibilitarían superar en algunos años las crisis derivadas de las guerras, la pandemias y el cambio climático. Tenemos en ese sentido las medidas por las que se superaron las consecuencias terribles de las guerras y catástrofes del siglo XX. El mayor crecimiento económico, firme y sostenido, se produjo en una fase histórica -entre 1950 y 1980- en la que los tipos fiscales para las rentas más elevadas eran superiores, en los casos de Estados Unidos y Gran Bretaña, al 80%.
¿En qué consiste el patrimonio actual de los ricos? Señalo solo algunos aspectos:
El grueso de las fortunas de los potentados españoles (507.799 millones de euros) tienen la forma del llamado 'capital mobiliario', con predominio de las acciones (344.677), a las que se suman 93.249 millones depositados en SICAV, las polémicas sociedades colectivas de inversión, más rentables antes que después de llegar la pandemia, más 58.805 en cuentas bancarias y 11.066 invertidos en deuda pública.
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Sin impuestos no hay bienestar. Y no hay justicia si pagan mas los trabajadores y los pequeños emprendedores que los grandes empresarios o los milimillonarios financieros.
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