Continúa el delirante viaje del señor Barbón hacia la imposición del bable a un millón de asturianos. Una oficialidad que requiere un consenso que no existe, un referéndum que no se hará (porque se perdería) y que creará una fractura social y, por ende, un ... conflicto endémico. Les voy a contar una verdad: para la mayoría de asturianos, que les impongan el bable es como imponerles el malayo. Y, ahora, la minoría interesada económica y políticamente en la oficialidad ya puede escandalizarse en plan capitán Renault en 'Casablanca' («¡I,m shocked, shocked to find that gambling is going on in here!»). ¡Ay, ay, esti Ignacio del Valle, que va de liberal, pero oye, cada vez más facha, ya tará hasta apuntao a Vox. Qué tomará para desayunar!
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Lo que tomo son tostadas de realidad. La realidad de que los chavales orgullosos de tener por fin una 'lengua propia', saldrán a Europa y una vez fuera de la propaganda se encontrarán que la 'llingua' no podrá suplantar la ventaja comparativa de los hijos trilingües de las clases medias europeas. La realidad de que, con tal filtro lingüístico, el talento no llegará a Asturias y su desarrollo se resentirá gravemente de la endogamia imperante. Porque, amigos, al final se trata de eso: de blindar los puestos funcionariales y los concursos públicos para los de casa, 'que aquí no pinten nada los forasteros, ho'. Se trata de crear una homogeneidad etno-lingüística a fin de marginar las grandes mayorías y diversidades sociales y culturales, y como resultado, la mediocridad generalizada. Se trata de que la élite nacionalista atornille un combinado de religión civil y gigantesca red clientelar (ya sabes, colega, si no tienes el sello lingüístico de calidad en tu empresa te cierro el grifo y, además, te crujo). Se trata de pergeñar un mecanismo de exclusión para quienes no nos da la gana aprender bable (porque yo echo las horas que sea a una lengua, pero la que yo considere). Se trata de tejer poderosos lazos emocionales y de interés, adobados con una buena conciencia de victimismo (Madrid nos roba), para crear una impostura y alucinación colectiva en las bases incautas, un fenómeno complejo y más sutil de lo que parece. «En fait, c´est la prévalence de l´entre soi sur des intérêts trés concrets et avec la bonne conscience», como dirían los galos.
El abismo que aguarda a la decadente Asturias, económica, demográficamente, está ahí, justo enfrente. Claro que lo guapo 'ye' buscar enemigos y cabezas de turco fuera de la tribu. Lo fácil va a ser ponerme a caldo en las redes. «Esti pa la lista negra, además nun ye de los nuestros, que vive en Madrid haz una pila d'años, y ya ta descastau». La 'oficialidad amable' del señor Barbón es lo que se denomina un oxímoron, o sea, un tocomocho, porque no se trata de garantizar derechos reconocidos en la Constitución, sino de vulnerar los del 99% de los asturianos. El sistema ya está inventado: solo la puntita, de verdad que solo la puntita. Creo que lo explicó bien Daniel Gascón en un artículo, pues no se trata de lo plurilingüe, sino de la plurinacionalidad, los objetivos no son culturales, sino políticos. Utilizar el catalán, el aragonés (¿?), el neobable... como arietes contra el orden constitucional, señalar al Estado español como una moderna 'cárcel de pueblos'. Se habla del bable como «lengua propia», cuando el sentido es decir que la lengua común, o sea, el español, es ajena, mientras nos quieren colar el cuento de que Asturias es bilingüe, cuando todos sabemos que, en la calle todo dios habla español. Ahora, los hablantes de bable son libres de hacerlo; mañana, los hablantes de español ya no serán libres de elegir si hablan bable o no. Ahí sí se quiebra la igualdad entre españoles (I,m shocked!, esti del Valle ya no ta con Vox, esti ya ye de la Falange directamente. Sí, ho, que alguna vez vilu en les terraces de Gascona y escapabasei el brazu, como al Peter Sellers en aquella peli de Kubrick. Y no taba tirando sidra).
La promoción racional del bable y, sobre todo, voluntaria, tiene sentido. Más allá de eso, no hay demanda real, y sólo corresponde a intereses espúreos. ¿Las consecuencias?: una administración bilingüe, más inoperante, con un gasto ingente de dinero; la vulneración de la voluntariedad; la incidencia negativa en todo lo que sea comercio y actividades económicas; más desencuentros y debates a costa de las variedades de bable; la susodicha endogamia y empobrecimiento de la comunidad autónoma; ascenso del Hinterland nacionalista; la huida de la chavalería por falta de oportunidades laborales; el envejecimiento de la población, que no votará a gobiernos emprendedores, sino a quienes le aseguren los cuidados médicos y las pensiones, cerrando el círculo vicioso, etc... Asturias, ese futuro cuadro de El Bosco con resaca...
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Señor Barbón, please, explíquenos por qué quiere disolver la polémica de la oficialidad en otras modificaciones estatutarias, cosas tan complicadas como la aprobación de decretos-ley. A lo mejor es porque desea entorpecer la reforma del Estatuto (implicaría unas mayorías parlamentarias difíciles), consciente de la hostia electoral que significaría imponer la oficialidad y la tensión social que va a generar. Si así fuera, lo de defender una cosa en público y esconder la manita en privado es poco honesto con el ciudadano. Señor Barbón, please, explíquenos por qué cuando sales a la calle sólo escuchas modismos asturianos, y escasísimamente a alguien que hable conscientemente en bable como un idioma distinto del español. Señor Barbón, please, explíquenos en qué consiste exactamente lo 'amable' de la oficialidad. Señor Barbón, please, explíquenos cuánto costaría realmente implantar una lengua minoritaria (centros escolares, RTPA, futura TV3, Administración): debe de quedar entre los 20 millones que dice Ciudadanos y los 70 de Vox. Y, señor Barbón, de verdad, todo esto sin acritud, que yo también sudo la camiseta como asturiano, y no paro de vender las bondades del Paraíso a los guiris. Eso sí, hay que hacerlo en inglés, en francés, y cuando me jubile me pondré con el alemán.
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