Calderón opinaba que el mundo era un gran teatro y que la vida es un sueño. Como el teatro está siempre en crisis, según opinan los que de él viven o malviven, otro tanto podría decirse de esta crisis perpetua en que vive el mundo, ... cuyo antídoto para no darse cuenta consiste en la selección de la memoria. Ahora estamos padeciendo una pandemia, o como se llame, en todo este perro mundo, que ocasiona daños directos para quienes son tocados por los virus y esos otros colaterales que van desde la inquietud a la desesperación. Unos tiempos estos en que los gráficos de la pandemia vuelven a apuntar hacia las nubes, mientras los ánimos caen a ras de suelo. Mala memoria, ya digo, porque el rayo que no cesa tiene testigos vivos de un pasado de guerras y racionamientos; y si los testigos ya no están, nos quedan las fotos y lo filmado para que los pesimistas nieguen los remedios y sigan pensando que el hombre es un lobo para el hombre. Que si el siglo XX fue un cambalache, como dice el tango de Gardel, el presente XXI va por el mismo camino, preñado de pestes y desavenencias. Ojalá que no se cumpla la profecía de Bertold Brecht, y que las perras que en su tiempo andaban en celo no hayan parido las nuevas camadas.
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En estos cuatro días que nos toca vivir, y dos de ellos nublados, la felicidad hay que arrancarla a trocitos. Hoy domingo, cuando escribo este panfleto, mucha gente de Gijón se siente alegre porque uno de nuestros vecinos ha conseguido la medalla olímpica en Tokio. Especialmente los socios del Grupo Covadonga, que han recibido una dedicatoria del ganador. En el Grupo tengo a toda mi descendencia enrolada, incluso los que viven en otro continente. En esta ocasión fue el tenista Pablo Carreño capaz de dar una alegría, cuando hay tantos que parece que han nacido para amargarnos la vida. Un deportista que triunfa, y del que nos sentimos representados, es un contrapeso de optimismo en los tiempos que corren. Curiosamente, aquella caída de la industria y la minería en los años 80 correspondieron con la mejor etapa del Sporting, cuando jugaba contra equipos europeos y finales de Copa. Francisco Carantoña escribía en la última página de EL COMERCIO que los jóvenes atletas del once local eran la noticia buena en tiempos de malas sombras. Ese rayo que no cesa de mentiras y rapiñas. Pero un chaval del Grupo Covadonga fulmina a raquetazos a todo un número uno. A partir de ahora, y hasta que llegue el nuevo olvido, andaremos jodidos, pero contentos.
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