Secciones
Servicios
Destacamos
Siempre habíamos pensado que la imaginación iba por delante de los hechos, pero últimamente esto parece estar cambiando. ¿Será que el desarrollo tecnológico, que tan ... deprisa altera nuestras vidas intentando ponérnoslas más fáciles, atrofia nuestra capacidad de pensar en el futuro? ¿Se estará gripando la capacidad de soñar que nos quedaba? Estamos en enero de 2021 –eso no es una noticia para nadie– y, aquí, en Madrid, desde donde escribo, estamos a menos de siete grados: frío y de nieve hasta las trancas.
Muchos estamos encerrados en nuestras casas porque las calles están cortadas y los coches sepultados bajo la nieve, las ramas de los árboles desgajadas impiden levantar las placas de hielo y los aleros de las casas amenazan a los transeúntes con una teja descarriada sobre sus cabezas. Es un paisaje de desolación sin precedente. Los mayores de los mayores coinciden en que nunca en Madrid había nevado tanto. Y lo corroboran las estadísticas y partes meteorológicos.
La gente se pregunta quién iba a imaginar algo semejante. Hace apenas doce meses, los aficionados a esquiar lamentaban el tiempo primaveral con el que nos estaba saludando enero en el año nuevo. ¿Quién iba a imaginar hace apenas doce meses que el año nuevo sería un año maldito? Un año cuyos guarismos parecían optimistas y prometía cosas buenas y, sin embargo, pasará a la historia por la gravedad de la pandemia del coronavirus y el principio de nuestro empobrecimiento.
Porque tampoco el más espabilado de la clase se podía imaginar una pandemia invencible en pleno siglo XXI conviviendo con las excursiones a la luna. Y ahí está: sin respetar fronteras, ni océanos, ni religiones, con dos millones de muertos –80.000 solo en España– y muchas personas más contagiadas, mientras el resto vamos por ahí tan campantes, como si no fuese con nosotros, incluidos los políticos, enfrascados en sus reyertas disputándose los votantes que queden.
Y puesto que hablamos de política, de lo cual no nos libramos, ¿quién de nuestros previsores más calenturientos se habría imaginado en alguna de sus pesadillas que en los Estados Unidos, el país que pretende sembrar ejemplo de democracia y presume de ejercerla desde hace 250 años, un presidente enloquecido se negara a abandonar el poder y para impedirlo sus hooligans asaltaran el Capitolio de Washington?
Con la imaginación colectiva gripada, los futurólogos se han quedado sin materia prima para sorprendernos, precisamente cuando más falta nos hacían. Ahora ya no es necesario mirar al cielo para ver si va a llover. En la televisión nos anticipan hasta el tamaño de las gotas. Tampoco necesitamos viajar para despertarnos en Alaska. La imaginación nos está abandonando a nuestra realidad cotidiana que, dicho sea de paso, no está optando por sorprender con buenas noticias.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.