Salvado por la campana

Esta vez me tocaba estar en Barcelona ya que tocábamos en Sant Boi, la tierra de Pau Gasol y Kiko Amat. Pero esta vez iba a ir tan apurado que me daba tiempo a verlo, pero no a escribirlo.

Esa misma mañana, en el avión hacia Barcelona, me encontré con el gran Nacho Álvarez y su familia, que iban a Barcelona a ver el partido que jugaban los blaugranas contra la Real Sociedad. Posiblemente, el mejor fútbol que se pueda ver en Europa.

Nacho Álvarez, así dicho, puede que no suene a algo relevante. Pero, si digo que es una de las personas más relevantes de la música española de los últimos 30 años, ahí cambia la cosa. No sólo tiene un proyecto en solitario de lo más 'cool' donde combina Tom Waits con Jacques Brel y su apabullante personalidad, sino que fue el bajista de Manta Ray. Todos recordamos a P. J. Harvey comprando discos y discos de Manta Ray tras verlos en Benicassim 98, que es lo mismo que ver el reciente Tweet de Haaland llamando ídolo a Michu.

Cuando decimos que 'no hay país', puede que sí lo haya, pero tal vez ese país no tiene tanto que ver con la lengua, sino con la boca, con la frase, con el fondo y no tanto con la forma. Llevo mil años en la música y he llevado más lejos el nombre de Gijón y el Sporting que cualquier otro. Me doy méritos al margen de la lengua que hable.

Y ahora vamos a lo importante. Nacho Álvarez es el fundador del bar 'La Plaza'. Es decir, la Masía de un buen número de músicos asturianos. Y no digo Mareo porque los resultados educativos de 'La Plaza' son tan brutales que han sido muy superiores a los de Mareo, cuyos resultados siguen siendo buenos, pero aún les queda crear una joya para confirmar que la última década haya servido de algo.

'La Plaza', sin embargo, educó a dos generaciones de músicos nutridos con los mejores discos del mundo. Eso hizo Nacho años y años y, por tanto, es tan relevante como Juanele o Marcelino. Incluso, más. Es patrimonio asturiano (o estatal) y, como tal, hay que cuidarlo. Y, dicho esto, fue muy placentero hablar con alguien que sabe que la música es como el fútbol porque que Nacho, como bajista, es un defensa central, de los que no sacan el balón jugado, pero que que dan una estabilidad que es difícil de ver hoy en día. Y es que un bajista, un defensa, hace que el equilibrio de todo un equipo se normalice.

Y sí, por fin, se salvó el Sporting. Lo más curioso es que los rojiblancos se empeñaron en dar la razón al fútbol. Que éste debería perder porque el Sporting va detrás del todo y porque el Eibar está fuerte y tiene que ganar para evitar el dolor del año pasado. Sin embargo, lo que sucede es que el Sporting se puso por delante justo cuando nadie entendía nada.

El bien y el mal, el amor y el odio, pero el Sporting se ha salvado. Salvado por la campana.