Cenizas y fuego

Primero, sobre las cenizas de una pareja (Ike y Tina) que lanzaba singles que eran puro combustible y hacían estallar de éxtasis a quienes la escuchaban. Toda su obra de los 60 es colosal y su influencia escénica sobre Mick Jagger es reconocida por el mismo andante que, gracias a su poderío en directo, consiguió transformar a una banda de blues como los Rolling Stones en la banda de estadio por antonomasia.

Más que cenizas, tuvieron que saltar chispas durante la grabación de 'River deep, mountain high' con su violento marido, Ike Turner, y el productor Phil Spector (condenado por asesinato y del que Ronnie Spector salió huyendo literalmente). Un discazo, pero un fracaso comercial, ya que Spector se empezaba a quedar atrás en la veloz década de los 60. A mediados de los 70, Tina logra salir de las garras de Ike, pero su popularidad mundial no llegaría hasta casi diez años después. Gracias a David Bowie, Tina consiguió un contrato con EMI América. Muchos artistas blancos le debían mucho y, cuando tuvieron éxito, le devolvieron parte de lo recibido.

La segunda parte de su carrera no se sostiene sobre cenizas, sino sobre algunos restos. Por ejemplo, 'Private dancer' estaba destinada para 'Love over gold', de Dire Straits, y 'What's love got to do with it' había sido rechazada tanto por Clift Richard como por Donna Summer (que también buscaba el éxito entre el mercado del masivo público blanco). Vendió millones de discos y se convirtió en la primera mujer negra en salir en la MTV, un logro nada fácil para una artista ya madura. En 1990, el año que visitó Gijón, apuntaló su éxito mundial con 'The best', una canción que había sido grabada por Bonnie Raitt el año anterior. Y sí, Tina es la mejor.