Sirenas, escritores, asesinos, colgados (y un pelícano)

Francisco Javier Barranco nos habla del 'toque Coen', en una referencia al 'toque Lubitsch: ese jugueteo con las cuestiones sublimes, los grandes mitos literarios o cinematográficos o políticos

Lunes, 17 de junio 2024, 02:00

Hay una escena al final de la película 'Fargo' (1996), en la que la policía, Frances McDormand, detiene el coche y le pregunta a Peter Stormare, el asesino que lleva detrás, esposado, el porqué de todo aquel delirio de sangre. El asesino permanece sonámbulo, como ... si la orgía de destrucción que ha dejado detrás fuese tan natural como la gélida atmósfera que les envuelve durante todo el filme. Y es eso lo que hunde psicológicamente a la policía: la ausencia de respuestas. Me recuerda mucho a esa escena que relata Primo Levi en 'Si esto es un hombre', cuando en Auschwitz le pregunta a un guardia de las SS el porqué de aquel infierno. El SS responde: «Hier ist kein Warum», aquí no hay porqués.

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El nivel filosófico, la rebosante inquietud intelectual del cine de los hermanos Coen, ameritaba una investigación apasionada y escrupulosa. Es la tarea que se acomete en el ensayo 'Hey, Dude! El toque Coen' (Azimut), de Francisco Javier Barranco. Sin embargo, no nos limitamos a una exégesis sencilla de las películas, sino que ampliamos el campo de batalla: subtextos, extrapolaciones, nuevas lecturas… Siempre comento que el ensayo debe ser capaz, por ejemplo, de hablar del Imperio Sasánida explicitando su relación con Dostoievski y Lola Flores. Que la tiene, seguro, es cuestión de aplicarse. En 'El Gran Lebowski' (1998), a propósito de la frase «tu revolución ha terminado», podemos terminar hablando de 'El Capital' (1867) de Marx, o la actitud de El Nota se puede conectar directamente con el nihilismo, palabra que se populariza gracias a una novela de Iván Turguénev, 'Padres e hijos' (1862), así como enlazarla con la escuela cínica de Diógenes en el siglo IV a. C. La misma 'Fargo' contiene ineludibles sesgos del 'Leviatán' (1651) de Hobbes, que fusila preceptos más antiguos, como el homo homini lupus de Asinaria de Plauto.

Los hermanos Coen le dan a todos los palos, el género negro con 'Sangre Fácil' (1985) o 'Muerte entre las flores' (1990); el wéstern, con 'La balada de Buster Scruggs' (2018) o 'Valor de Ley' (2010); la comedia, con 'O, Brother' (2000; el thriller existencial, con 'Barton Fink' (1991)… A propósito de esta última, una de mis preferidas, su metacine está trufado de referencias: binomios Quijote/Sancho, series B, 'Los viajes de Sullivan' (1941) de Preston Sturges… pasando por el evidente trasunto de William Faulkner, el escritor W. P. Wayhew, que se encuentra en Hollywood escribiendo guiones por una cuestión crematística, pero que va siendo demolido por la frustración creativa y el alcoholismo. Por cierto, que el final de la película, con un pelícano cayendo en picado en el mar, sigue pareciéndome uno de los cierres más geniales, misteriosos y estéticos de la historia del cine.

La inquietud intelectual del cine de los Coen ameritaba una investigación apasionada y escrupulosa

Y cómo no hablar de la deliciosa 'O Brother, Where Art Thou?', que empieza con una cita muy similar al famoso comienzo de la Odisea: «Háblame, Musa, del hombre de múltiples tretas que por muy largo tiempo anduvo errante, tras haber arrasado la sagrada ciudad de Troya...». En mente, la perturbadora y sensual escena de las 'sirenas', cantando mientras lavan la ropa en el río (obviando que las originales cantaban en un prado rodeadas de las carcasas óseas de los hombres devorados). La glosa de una acción que transcurre en el Mississippi profundo de la Gran Depresión de 1929 nos lleva hasta el 'Ulises' (1954) de Mario Camerini, con Kirk Douglas, pasando por una revisión argumentada de Circe, Tiresias, Telémaco, el Cíclope… Y ya puestos, les recuerdo una de mis frases de cabecera, escrita por el gran Homero (en 'La Ilíada'): «Cualquier momento podría ser nuestro último momento. Todo es más hermoso porque estamos condenados. Nunca serás más hermosa de lo que eres ahora».

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Francisco Javier Barranco nos habla del 'toque Coen', en una referencia al toque Lubitsch: ese jugueteo con las cuestiones sublimes, los grandes mitos literarios o cinematográficos o políticos. Su forma traviesa de trabajar, la recreación de nuestra tradición cultural y el humor, siempre irreverente. En esa tesitura nos encontramos con la durísima 'No es país para viejos', (2007), adaptación de la novela de uno de mis autores esenciales, Cormac McCarthy. Una historia bíblica sobre la perenne lucha del Bien contra el Mal, monolíticos ambos, con la creación de uno de los mejores malos del cine, Anton Chigurh, gracias al enorme Javier Bardem (y su corte de pelo). Se sitúa en la frontera texana, con actores tan macizos con Josh Brolin, Tommy Lee Jones, Woody Harrelson… Y nos habla de la moral relativa, del destino implacable, de que el Mal existe, no es una alegoría, de que constantemente sentiremos nostalgia por un pasado más inocente. Siempre tengo en la cabeza ese fragmento de la novela que suelta el sheriff: «En alguna parte hay un verdadero profeta viviente de la destrucción y no quiero enfrentarme a él. Sé que es real. He visto su obra. Una vez tuve esos ojos delante de mí. No pienso arriesgarme a plantarle cara. No es sólo que me haya hecho viejo. Ojalá fuera eso. Tampoco puedo decir que se trate de lo que uno está dispuesto a hacer. Porque yo siempre supe que para hacer este trabajo tenías que estar dispuesto a morir. Así ha sido siempre. Tienes que estarlo, aunque no sea motivo de ostentación. Si no, ellos lo saben. Lo notan enseguida. Creo que se trata más bien de lo que uno está dispuesto a ser. Y pienso que un hombre pondría en peligro su alma. Y eso no lo voy a hacer».

Francisco Javier Barranco hace un gran trabajo en su ensayo, una labor hermenéutica, como él mismo explica: Dante Alighieri nos cuenta que si lees la Biblia tienes tres niveles, alegórico, moral y sublime. Y todos los que puedas rascar, añadiría nuestro autor, al punto que, si hablas de 'Quemar después de leer' (2008), puedes comparar su estructura con los Esperpentos de Valle-Inclán. Y este es nivel. Que no es poco.

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