No habrá indultos. Zaca, ya los tenemos. No habrá amnistía. Zaca, ya está aquí. No habrá concierto fiscal catalán. Zaca, ya estamos en ello. El referéndum es anticonstitucional. Bueno, ¡eso es lo que tú te crees! Es imposible que España se convierta en una confederación. ... Zaca, algunas comunidades ya están abriendo las embajadas. Otra vez los fascistas diciendo que España se rompe. Zaca, Cataluña acaba de sacar su nuevo pasaporte, el País Vasco ya tiene un ministro de Exteriores, y Andalucía lo está considerando seriamente.
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Esto que, contado así, podría dibujar una ucronía desoladora, es la locomotora que está en marcha. No se trata sólo de ese eufemismo, 'la financiación singular' a Cataluña, o de que Asturias se quede sin solidaridad territorial (es receptora neta, la séptima, 673 millones anualmente), o de que se rompa el régimen común, o del recorte de los recursos para todas las comunidades, miles de millones que dejarán de estar disponibles. No, no se trata sólo de que habrá menos peculio para pagar pensiones (Asturias tiene el menor ratio de cotizantes por pensión, y paga las segundas más altas), de que los servicios o se van a ver mermados o se van a subir los impuestos para compensar el agujero. No se trata sólo de que la educación o la sanidad quedarán tocadísimos, especialmente en las CCAA más pobres, o de que vaya a aumentar el fraude fiscal, o de que el Estado renuncie a recaudar impuestos en el 20% del país, que se suma al 8% de las comunidades forales, que, además, son las zonas más ricas. No se trata sólo de que el Estado pierda capacidad estabilizadora o de financiación, de que Cataluña podrá distorsionar la competencia favoreciendo a sus empresas, o de que los privilegios que se le van a conceder van contra la Constitución. No, esto va mucho más allá.
A estas alturas, quien considere que don Pedro 'Maduro' Sánchez se va a detener en alguna línea roja por propia iniciativa, y perdonen que lo exprese de manera tan cruda, muestra una capacidad bochornosa para el autoengaño. La excusa del avance hacia el federalismo demuestra una ignorancia ecuménica sobre lo que significa políticamente una federación (con un poder central fuerte), y la otra excusa, eso de que los independentistas se van a morigerar, es falsa de toda falsedad: simplemente les ayuda en su objetivo al debilitar la musculatura económica del Estado. Pocas veces en la historia de España se han juntado elementos tan ponzoñosos como la voluntad de poder de Sánchez, la capacidad tóxica de Zetapé (Carlos Granés le definió gráficamente: «el papel higiénico de Maduro»), y los elementos exógenos que asolan nuestra política. Este huevo de la serpiente, cuando eclosione, enfrentará a unas comunidades con otras, abonará el campo al populismo más arrabalero, y colocará las piezas de tal modo que puede blindar en el poder a Sánchez, a costa de ir perdiendo partes del país y su empobrecimiento paulatino. Eso poco importa, evidentemente, siempre y cuando se pueda continuar esgrimiendo la excusa del pragmatismo o de que estas tragaderas son preferibles a que llegue la derecha al poder, todo entre jaleos viscerales al caudillo. La quiebra constitucional está ahí, igual que la demolición de la Transición, y uno de los objetivos es la conformación de una confederación con un triángulo mágico, País Vasco, Cataluña y Navarra, que sostengan al 'Señor Presidente' en la Moncloa. Pero no es el único.
Lo gordo, lo cimero en este asunto, es la desarticulación progresiva de los resortes de control, de los contrapesos, que deben de servir tanto para controlar a la izquierda como a la derecha. Sánchez no ve topes, y su objetivo es difuminar la división de poderes, eliminar la alternancia política, modificar las leyes para perpetuarse en el poder; la infiltración en los estamentos económicos y empresariales, la vendetta contra los jueces y los medios no afines, la coacción parlamentaria, la creación de estómagos agradecidos, la transformación de la Constitución en un mero artefacto hueco. El colofón de todo es Venezuela.
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Recuerdo cuando un amigo venezolano me contaba que ellos también pensaban que estas cosas sólo pasaban en Cuba. Luego pasó en Venezuela, y tuvo que escaparse a Madrid con su esposa (acaban de tener un hijo, les salió bien). A quienes no les salió bien fue a los que se quedaron: pucherazos electorales continuos, el hundimiento del PIB en un 71%, la salida de 8 millones de ciudadanos (el mayor desplazamiento en toda la historia de Hispanoamérica), la caída de la renta per cápita en un 67,5%, con un 88,2% de la población que vive en situación de pobreza, sin ingresos para la canasta básica, y con un tercio de la población que manifiesta no poder comer cuando tiene hambre… Entretanto, las cheerleaders de la extrema izquierda, Yolanda, Monedero, Errejón, con el acompañamiento musical de un 'joropo' de Zetapé, bailan sobre la tumba bolivariana, mientras se sigue torturando en El Helicoide, y se arresta de madrugada a los opositores. Y por si esto fuera poco, ese atentado estético de los chándales de colores.
Este es el arrasamiento que muchos quieren para España. Pero aquí seguimos escuchando que estas cosas sólo pasan en Venezuela. Que Cataluña está infrafinanciada. Que la derecha exagera, siempre apocalíptica. Que el concierto fiscal es bueno para España. Mientras tanto, ahí fuera, más lobos, de un tamaño colosal: Putin, Trump, las amenazas migratorias, China desatada, el terrorismo islamista, las epidemias esporádicas, las crisis económicas, la fragilidad del proyecto europeo…
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