Les voy a contar una historia de fantasmas. De fantasmas raros, si eso no es ya un oxímoron. Por lo general, el fantasma tiene querencia por las casas malditas, las mansiones, los cementerios, etc. Pero nuestros fantasmas (porque hay más de uno) se encariñaron con ... un submarino. Era uno alemán del tipo UB III botado en Hamburgo el 26 de julio de 1917, y entró en servicio tres semanas después. El U65 movía 510 toneladas con una velocidad máxima de 14 nudos (unos 26 km/h), con cinco tubos lanzatorpedos y diez chupinazos preparados para cuando se encontrase con cualquier nave de la marina británica. Las condiciones a bordo eran duras, pero la guerra siempre lo es. Además de todo esto, el U65 era un submarino encantado. Un submarino lleno de fantasmas.
Publicidad
La cosa comenzó mal desde su misma construcción. En el astillero, una viga de acero se deslizó de sus cadenas, mató a un hombre en el acto, e hirió de muerte a otro. En otro incidente durante su construcción, mientras se instalaban unas baterías en la sala de máquinas, tres hombres se asfixiaron con unos gases tóxicos. Durante el trayecto de prueba, unas pésimas condiciones metereológicas en la ensenada de Heligoland hicieron caer a un marinero por la borda. En una inmersión, un tanque de lastre sufrió una fuga e hizo imposible que la nave pudiera subir a la superficie en 12 horas, durante las cuales otro gas tóxico se filtró desde las baterías. Lograron ascender justo a tiempo para que la tripulación no se asfixiase, pero dos miembros terminaron por fallecer debido a daños en los pulmones. Si echan la cuenta, ya llevamos ocho fiambres, y acabamos de empezar.
A pesar del mal fario de la nave, la Marina Imperial Alemana tenía una guerra que librar, así que el submarino entró en servicio con el teniente de navío Karl Honig al mando. Empero, daba igual que los doiches se empeñaran en despejar balones, la fortuna era negrísima y durante el avituallamiento de la nave estalló un torpedo, hiriendo a nueve hombres y matando al segundo de a bordo. Después de aquello, se vio al primer fantasma: varios marineros contemplaron al reciente fallecido descender por la plancha de acceso, subir a bordo y desvanecerse. Después de esto, cualquier boche que tuviera dos dedos de frente cogería las de Villadiego, pero ya sabemos que había una guerra, y que los tudescos son gente con ideas fijas. El U65 zarpó finalmente, combatió y hundió varios barcos enemigos. Pero en sus atestados y estrechos pasillos empezaron a suceder cosas: se veía a un hombre entrar en la sala de torpedos, y las tres veces que fueron a hacer la comprobación, la sala estaba vacía. En enero de 1918, durante una noche en alta mar, con el viento y las olas encabritadas, lo que aumentaba la sensación de penumbra, dos vigías agazapados en la torreta vieron a un oficial vestido de gala sobre la cubierta del submarino, sin impermeable, impertérrito ante el fiero clima. Era el segundo de a bordo, que a pesar de estar enterrado en el cementerio de Wilhelmshaven, había decidido darse una vuelta por el Atlántico.
Tienen que hacerse una idea de las condiciones de los submarinos alemanes. Espacios estrechos, atmósfera viciada, olor a letrinas durante los meses de servicio. El miedo a ser cazado, a que el submarino se hunda. Un ambiente con mucha presión y cierto grado de locura. A esas alturas, ya veían al fantasma constantemente, e incluso hablaba con la tripulación. Cuando llegaron a Brujas, Hans Konig ya era reluctante a seguir al mando e iba a presentar su renuncia, cuando, durante un bombardeo de la ciudad, lo mató una bomba. Trasladaron su cuerpo decapitado al submarino: un nuevo muerto, un nuevo fantasma que se incorporaba a la espectral dotación. Las noticias volaron, la cosa se iba poniendo peor, hasta el punto de que el Almirantazgo alemán contrató a un pastor luterano para realizar un exorcismo. No sirvió de mucho. Aunque se nombró a un nuevo comandante para la nave, en junio se volvieron a ver fantasmas. Un artillero de torpedos se volvió loco y hubo que atarlo; cuando se recuperó, logró tirarse al mar y desapareció. El ingeniero jefe resbaló y se rompió una pierna. Otro marino cayó de la cubierta barrida por las olas, y otro fantasma que se sumó al resto, pues fue visto regularmente por los pasillos. Dos marineros desertaron y fueron sometidos a un consejo de guerra que los envió a un batallón de castigo al frente occidental. Teniendo en cuenta de la locura que venían, supongo que respiraron aliviados.
Publicidad
Por entonces, el ambiente en el submarino era deprimente, los hombres se movían como sonámbulos, se sobresaltaban con cualquier ruido. En la madrugada del 10 de julio, el U65 fue localizado por un submarino americano en la costa sur irlandesa. Justo cuando el capitán gringo se disponía a lanzar un ataque, una tremenda explosión pareció partir el submarino alemán por la mitad y se hundió con toda la tripulación. En 2003 un canal de la televisión británica encargó un documental sobre la nave. Los buceadores hallaron el pecio a unas sesenta millas de la costa, en aguas profundas pero cristalinas. Los restos del submarino no ofrecían ninguna pista sobre la causa del hundimiento. No había signos de explosiones ni daños producidos por ningún ataque. Las escotillas de popa estaban abiertas, como si la tripulación hubiera tratado de escapar. La ausencia de daños de una deflagración (que el capitán americano había atestiguado) no hizo más que añadir más misterio al misterio. ¿Qué había pasado?
Shakespeare dice en una de sus obras: «Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las que sueñas en tu filosofía». A lo mejor fueron los gases tóxicos los que provocaban las visiones. A lo mejor llegó un momento en que la tripulación de fantasmas se imponía en número a los marinos vivos, y el oficial decapitado consideró que había llegado el momento de que todos fueran espectros. Allí descansan, todos ellos, en el fondo del mar, a unas millas de la costa de Padstow. Quizás se hallen en paz. O quizás no.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.