Elogio de mister Lobo

Quentin Tarantino es un cinéfago, un pirado del cine. Si Dionisio de Alejandría recibió del cielo la orden de leer todos los libros, nuestro hombre hizo lo mismo con todo lo que pilló en el videoclub

Lunes, 29 de mayo 2023, 03:13

Según mi visión del asunto, Quentin Tarantino tiene una chef d´ouvreue: 'Pulp Fiction'. Luego tiene un par de buenas pelis, 'Reservoir Dogs' y 'Érase una vez en... Hollywood', y dos más interesantes, 'Kill Bill' y 'Los odiosos ocho'. El botín no está mal, si tenemos ... en cuenta que ha hecho nueve películas (de momento). Lo que ha quedado claro durante todas estas décadas en que hemos crecido con sus filmes es que Tarantino es un cinéfago, un pirado del cine. Si Dionisio de Alejandría recibió del cielo la orden de leer todos los libros, nuestro hombre hizo lo mismo con todo lo que pilló en el videoclub. Además, desde pequeño mamó la oscuridad que precede a las imágenes, porque tuvo la suerte de que sus padres lo llevaran a sesiones múltiples donde, posiblemente, él era el único crío. Cuenta cómo en su cabeza se quedaron incrustadas imágenes indelebles: cuando sacan del hoyo el cadáver de la chica en 'Harry el Sucio'; una mujer azotada por aldeanos en 'El grito del fantasma', de Vincent Price; James Caan tiroteado en el peaje (creo que la peli ya la conocen); Vanessa Redgrave muriendo estrangulada en 'Isadora Duncan'; una escena gay en 'Domingo, maldito domingo'; un desnudo de Oliver Reed en 'Mujeres enamoradas', etc... No obstante, a lo único que no pudo hacer frente fue a la muerte de Bambi. Ya somos dos.

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Tarantino ha escrito unas 'Meditaciones de cine' (Reservoir Books) y para todo aquel que esté interesado en su figura, serán páginas sabrosas. Nos cuenta la 'mirabilia' que fue ver la peli de blaxtotaition, 'Pólvora negra', en un cine colosal rodeado por ochocientos negros (y lo bien que lo pasó). Nos cuenta la tralla que se metió con sesiones inacabables de cine de kung-fu, o con las pelis de Charles Bronson, donde los cargadores de las pistolas nunca se agotaban. A medida que pasas páginas, vas comprobando cómo la obra de todo artista no es cosa de meigas, sino que existe un cañamazo fundacional, un venero del cual van fluyendo sus obsesiones, su imaginario. Entremedias, nos provee de datos, anécdotas, historias, algunas formidables, que harán las delicias de los muy cafeteros. Básicamente, porque Tarantino nunca ha tenido miedo de navegar fuera de las aguas jurisdiccionales de lo que se consideraba cine de calidad.

Paul Newman decía que si las cagas, que sea con convencimiento. El mismo Paul Newman que hizo de Butch Cassidy, a punto estuvo de quedarse in albis, porque 'Dos hombres y un destino' se la ofrecieron antes a McQueen, quien la rechazó, y luego a Beatty, que quería hacerla con Elvis Presley. ¿Se imaginan? Yo soy incapaz: es una de mis pelis preferidas. El rey del cool, Steve McQueen, sólo leía revistas de coches y era su mujer, Neile, quien elegía los guiones (y tenía buen ojo, a juzgar por la carrera del protagonista de 'Bullitt' y 'La gran evasión'). Todos recordamos la impresión que nos produjo ver por vez primera a Clint Eastwood apuntando a aquel negro con su S&W Magnum 44 y soltando la famosísima frase. También Tarantino, que nos recuerda que es el filme más imitado durante los veinte años siguientes: 'A la caza', 'Al filo de la medianoche', 'Hunter', 'El silencio de los corderos', 'Seven'... todos son hijos putativos de uno de los personajes más transgresores del cine.

Tarantino hace memoria de sus primeras armas con 'Reservoir Dogs', y del consejo que le dio Brian de Palma: «Quentin, no te pongas muy esotérico con el tema. Si quieres que te dejen seguir haciendo películas, tienes que darles una 'Carrie' de vez en cuando». También asegura que se necesita a un cineasta magnífico para corromper totalmente al público. O rememora entre risas aquella frase de Peckinpah: «Un director tiene que acarrear con un mundo lleno a rebosar de mediocridades, chacales, parásitos y puros y simples asesinos». 'Deliverance', 'La fuga de alcatraz', 'La huida', 'Hardcore: mundo oculto', 'Rolling Thunder'... Película tras película, nuestro director realiza una exégesis apasionada, a veces con ínfulas de hooligan, pero yo siempre agradezco la pasión, porque cuando soy fan, también soy muy fan.

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Tarantino flipó con 'Grupo Salvaje', la capacidad de Peckinpah para hacer poesía con la sangre. Alaba la temeridad de las películas de Almodóvar, especialmente si la medimos con el puritanismo que campó por los estudios americanos. Compara a la generación del Nuevo Hollywood (Coppola, Scorsese, Penn, Mike Nichols...) con los Movie Brats (Spielberg, Lucas, Bogdanovich, De Palma...), aunque a veces las fronteras sean borrosas. Cuando nos habla de 'Taxi Driver', nos deja claro que no es más que una adaptación de 'Centauros del desierto' (John Ford: «Dos personajes y un conflicto, lo único necesario para contar una historia»). Nos explica cómo la llegada de Brian de Palma cambia el concepto del Hollywood clásico, que procura que el público no preste atención a la cámara, mientras él la convierte en la estrella de la peli, con sus virguerías visuales (obviamente, no hizo más que mamar de Hitchcock, quien a su vez mamó de Murnau).

Por supuesto, no nos olvidemos de los críticos. Tarantino trae a las mientes a uno en concreto que lleva poniéndole a caldo durante toda su carrera, y que cuando hizo una reseña positiva de 'Érase una vez en... Hollywood' tuvo que explicar en qué medida odiaba su obra anterior. Tarantino también explica la extraña intimidad que se desarrolla con su némesis. Esto, a los escritores, nos suena bastante. Tras la lectura del libro, era inevitable enchufarse a Filmin y empezar a revisar las referencias tarantinianas: unas eran infumables, otras las volví a ver con gusto y otras las descubrí. Tampoco es mal botín para un plumilla. Y por ir terminando, recordar una de mis frases preferidas de Míster Lobo: «Estoy a 30 minutos de allí. Llegaré dentro de 10» (y en la pantalla se aclara que llega en 9 minutos y 37 segundos).

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