A Marte le tengo cariño por los marcianos que salían en los libros de Ray Bradbury. Eran sofisticados, dramáticos, sufrían mucho de mal de amores y celos. De hecho, se parecían bastante a nosotros. Últimamente, se habla de colonizar el planeta rojo, y me he ... estado informando, por si acaso hay que hacer las maletas. Parece que hay agua en algún recóndito lugar, y si hay agua cabe la posibilidad de vida; seguro que no será tan aristocrática como la que nos narraba Ray Bradbury, pero por algo se empieza. Tenemos algunos problemas: no hay oxígeno, y sin traje protector la hipoxia te mataría en segundos. Tenemos 50 grados bajo cero, que pasa a 150 en los polos (aunque en verano se nos queda entre 2 y 7 o así). Tenemos una gravedad que es la tercera parte de la terrestre. Tenemos radiación solar y galáctica, que es 700 veces mayor que la que nos llega a una Tierra protegida por el ozono y la magnetosfera; dicha radiación produce daños en células, arterias, venas. Tenemos una atmósfera que es el 1% de la terrestre. Tenemos tormentas locales que pueden durar 7 días, y otras globales, que pueden durar semanas, con un efecto parecido a la calima saharaui que cubre a veces España. Hay vientos de 100 km/h., aunque debido al aire poco denso apenas lo percibirías como una brisa (paradojas de la vida). Hay polvo, y cuando hay mucho, el sol lo calienta y se forman remolinos de 100 metros de diámetro.

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Otrosí: el suelo está formado por regolito, mezcla de roca y mineral granulado que cubre toda la superficie del planeta. Es difícil que crezca algo ahí, habría que saturarlo de fertilizante. Y necesitamos insectos para iniciar el ciclo de los sistemas ecológicos. O sea, que no sólo necesitamos valientes pioneros a quienes en el futuro dedicaremos estatuas, sino humildes abejas, larvas de mosca, escarabajos que no serán tan reconocidos. También hay que llevar los microbios y los hongos adecuados para acelerar ciertos procesos, y tampoco estos recibirán un homenaje (siempre hay héroes secretos). Al principio, los adelantados tendrían que comer cosas parecidas a guisantes fertilizados con caca de larvas de mosca, y como proteína, los propios insectos bebé. No es exactamente una comida en Horcher, pero los exploradores deben sufrir algunas incomodidades y es público y notorio que la gloria tiene sus facturas. Todo esto parece un camino pindio, pero es sólo el principio.

Aparte, tenemos el viaje hasta Marte. Las almas intrépidas tendrán que enfrentarse a emergencias de salud que desconocemos. ¿Cómo sobrevivir a la ausencia de gravedad? ¿Qué sorpresas les aguardan a los médicos espaciales? Cuando uno sale por primera vez al espacio, sufre el SAS, un síndrome de vómitos, mareos, dolores de cabeza, una especie de cinetosis como la que tienen algunas personas cuando navegan. Te vas acostumbrando, pero la circulación de la sangre continúa sufriendo alteraciones, así como algunos de los sentidos, vista, gusto, olfato. El tema de la higiene en los viajes espaciales es otro rosario: la nave olerá a pedos, a ausencia de duchas. Lo de orinar y defecar será una odisea (y la ausencia de gravedad provoca fenómenos fisiológicos respecto a la micción demasiado complejos para la extensión de este artículo). Debido a que los huesos y los músculos no tienen que soportar ningún peso, tienden a atrofiarse, y con la descalcificación hay más riesgos de cálculos renales. Tardarás más de un año en llegar a Marte en estas condiciones, y cuando pongas pie allí igual el pie no te puede sostener, porque el músculo es mínimo o el hueso se ha roto. Se habla de naves giratorias a fin de crear una gravedad artificial, pero hasta ahora no ha sido una prioridad para las agencias gubernamentales.

Tardarás más de un año en llegar y cuando pongas pie allí, igual el pie no te puede sostener

Y todo esto es lo visible, pero también están los daños profundos. El ADN sufre deterioros por la exposición a la radiación. También hay cambios en el microbioma intestinal, se produce un reordenamiento de las bacterias que inciden en los procesos de digestión, metabólicos, y de inmunidad. Esto último es preocupante, porque en el espacio ciertas bacterias se vuelven más resistentes a los antibióticos, con el riesgo de enfermedad grave. Asimismo, hay probabilidad de trombosis por los coágulos de sangre. ¿Y qué pasa si tienes una apendicitis? Aparte de que no dispondrás de un equipo de cirujano adecuado, corres el riesgo de que todo el paquete intestinal quede flotando por el módulo. Además, el hecho mismo de ponerse una inyección podría incluirse entre los trabajos de Hércules. Y ya entrando en modo vodevil: ¿cuáles son las directrices si tienes un calentón y quieres hacer el amor sin riesgos de romperte la cabeza contra el techo? (parece que la erección y la lubricación no sufren cambios en el espacio: es un alivio). ¿Podremos reproducirnos en condiciones normales si la fertilidad corre tantos riesgos debido a las radiaciones? ¿Qué pasará en una estación cuando todos estén liados con todos? ¿Cómo se controlan las peleas y los acosos en ambientes tan reducidos? ¿Qué efectos tiene la soledad y el aislamiento en nuestra psique? ¿Sobreviviremos a la nostalgia? Cuando los terrícolas logren colonizar otros planetas, y ya no puedan regresar a la Tierra, ¿se convertirán en alienígenas?

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En fin, con todo lo anterior, y aunque lo parezca, no pretendo desanimar al personal ni eludir nuestro destino manifiesto. Si a Ursúa, Coronado, Hernando de Soto o Narváez les hubiera descrito con meticulosidad los problemas que iban a tener, igual se lo pensaban dos veces, pero sólo dos, porque a la tercera recordarían que la fama les esperaba y todo sería dado por bueno. Al final, de una manera u otra, lo haremos; será a costa de muchos muertos, sufrimientos, decepciones, tragedias, pero también tendremos epopeyas que contar, nuevos horizontes en los que prosperar. Y siempre la frase de Joe Louis, que brillará como un digno neón sobre nuestro denuedo: «Hice lo que pude con lo que tenía».

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