Carta (heterodoxa) a los Reyes Magos

Ojalá podáis empujar la variante de Pajares, y que desestacionalice a los turistas (y a su tarjeta de crédito), que lo necesitamos. A ver si podemos convertir Asturias en un lugar de congresos, y que lo que pase en Oviedo se quede en Oviedo, y en Gijón, lo mismo. Que 2024 nos traiga un poco más de sexo para todos, y que podamos aprender latín, porque en Brasil me contaron una creencia que tienen: si estás metido en harina y sueltas un 'hoc est enim hábeus meum', parece ser que los orgasmos mejoran (me cuentan cosas raras, ya lo sé, pero ahí queda). También, si es posible, que los políticos se pongan a buscar interpretaciones a las películas de Leos Carax o Yorgos Lanthimos, en vez de a la Constitución, y así dormiremos todos más tranquilos. Y si no os parece mal, que alguno de vuestros ayudantes se ponga con las listas de espera de la Sanidad, que hay más de cien mil asturianos en la cola, y la sanidad privada, oye, sin problemas, pero la pública debería funcionar regularmente (básicamente, para que no acaben poniendo una guillotina en la Escandalera o la plaza de los Cubos).

Los japos y los coreanos y los singapurenses nos están comiendo la tostada con la educación, así que a ver si les torcemos el brazo con un nuevo plan educativo, en el que los alumnos dejen el móvil en casa y se obsesionen con las notas. En Asturias hemos puntuado bien en matemáticas y lectura: es el momento de meterles tralla a los chavales y que se pongan con las matrices de Heisenberg y con el 'Doktor Faustus' de Thomas Mann. Si no se vuelven chiflados, pondremos una pica en el Pacífico, como cuando hacíamos el tornaviaje. Que los israelíes dejen de crear terroristas palestinos (Tertuliano: sangre de mártires, semilla de nuevos cristianos), y que los palestinos tengan un país, para que dejen de violar y matar israelíes. Ya puestos en estos lares, os querría encargar unos cuantos misiles para los ucranianos, y que vuelen la mansión secreta de Putin cuando no haya bunga bunga, para evitar que haya daños colaterales. También sería estupendo detener la katábasis de los jóvenes, y que puedan alquilar algo más que una habitación en casa compartida con cuatro más. Y se me ocurre que echarle un ojo a la censura no estaría mal, porque decir afroamericano por negro, como toda lítote o evasiva, solo sirve para probar la existencia de un problema.

George Steiner (que me gusta mucho) escribía que, si la apuesta por la trascendencia ya no parece digna de hacerse y si nos movemos en la utopía de lo inmediato, la estructura de valores de nuestra civilización se alterará de manera imprevisible. Así que, queridas majestades, voy a la grande, como en el mus: que se logre un acuerdo climático para que podamos seguir bebiendo vino bueno, porque cuanto más se desplacen los viñedos al norte, más problemas va a tener el Burdeos (sí, soy un poco frívolo, pero es que también me gusta mucho el Burdeos). Y, aparte, por las migraciones masivas, las guerras por el agua, la desaparición de las islas y las ciudades costeras, los incendios gigantes, la asfixia de los animales, el deshielo de los polos, las tormentas perfectas, etc, que no se diga que no soy 'progresista'. Y no nos vendría mal aplicar a rajatabla medidas contra la ley de Parkinson en la vida pública y en la administración: para ocultar su incompetencia, el inútil de turno empieza a multiplicar sus obligaciones, lo que conlleva desastres sin fin. Escribo lo que se me va ocurriendo, que sé que me dejo mucho en el tintero (los precios de los alimentos, por ejemplo: a este paso, las patatas serán productos delicatessen en El Corte Inglés).

Como todos los años, leo la Biblia, y siempre saco algo de provecho. En este caso, la segunda epístola de San Pedro: «Mostrad en vuestra fe virtud, en la virtud ciencia, en la ciencia templanza, en la templanza paciencia, en la paciencia piedad, en la piedad fraternidad y en la fraternidad caridad». Y ojalá que la gente que se acerca a Madrid vaya al Prado igual que va a ver 'El Rey León'. También suspiro porque logren una pastillita a fin de que crezca un pelo como el de David Bowie, y así te evitas el implante. Y que podamos decir, como la madre de Borges cuando cumplió 95 años: «Qué horror, se me fue la mano». Y, sí, soy consciente de que me dejo mucho, estimadísimas majestades, el paro, las hostias y las puñaladas que reciben las mujeres, la sostenibilidad de las pensiones, la polarización y la falta de acuerdos… pero es que tengo un espacio delimitado y no me da para más. Muchas gracias por su paciencia, y que ustedes escapen bien de Herodes, que sé tendrán que salir pitando del Portal, y que les llegará un aviso premonitorio en sueños, pero nunca se sabe, ya se lo recuerdo yo.

Para terminar, animo a la parroquia para que lo que quiera hacer, que lo haga en esta vida, que no espere a la otra, aunque crea en ella. Esto ya lo aconsejó Marco Aurelio, pero lo resalto yo. Y desearles un buen 2024; aquí les dejo un poema que me gusta igual que George Steiner o el burdeos, porque da mucha moral; es de William Wordsworth: «Pues aunque el resplandor que fue tan vivo,/hoy se mantenga oculto a mis miradas,/aunque no puedan ya volver las horas/de esplendor en la hierba/y de gloria en las flores,/no lloraremos, no; y encontraremos/fuerzas en lo que queda».