Se nos ha ido Paul Auster. Lo primero que hago es echar un vistazo a mi biblioteca, compruebo que tengo cinco novelas y un par de ensayos. Eso confirma que Auster me ha seguido aportando cosas a lo largo de los años. Respecto al título, ... hago una broma privada con una escena de la divertida y melancólica 'Night on earth' (1991) de Jim Jarmusch, en la que un Armin Mueller-Stahl recién aterrizado en NY desde la Alemania Democrática, llama Brookland a Brooklyn. Es bien sabido que Brooklyn Heights era el reino de Auster, con sus vistas prodigiosas sobre el puente.

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Descubrí a nuestro hombre en 'La trilogía de Nueva York' (1997), a mí parecer un libro estupendo, «todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él». 'El libro de las ilusiones' (2002) también me gustó, todo azar, misterio y búsqueda de la identidad; un hermoso homenaje al séptimo arte, con una trama tan literaria como la búsqueda de una serie de películas de cine mudo que nadie ha visto. Asimismo, recuerdo 'La música del azar' (1991), con un devenir memorable, perturbador, casi gótico, aunque falle un poco el final. Y no olvido en mi santoral 'El palacio de la luna', que profundiza en una de las obsesiones austerianas: las relaciones paternofiliales. A lo largo de los años he seguido picoteando en la bibliografía de Paul Auster; en las librerías de lance siempre te podías encontrar algún ejemplar que no tenías en tus estanterías. De sus últimas novelas tengo en mente 'Brooklyn Follies' (2005), un ejercicio pulcro, en el que ya se empieza a intuir el desencanto del hombre, la edad que va comiéndose los telomeros (que ya será flagrante en su 'Diario de invierno'). Le describen como el autor de la contingencia, de las casualidades, pero nuestro autor tiene más territorios en liza: lo metaliterario, lo inefable, la antedicha relación con el padre, los espectros errantes que recorren Estados Unidos, con un aroma a Sam Shepard.

De igual modo, me han interesado sus ensayos literarios. Paso temporadas leyendo mucha teoría literaria, en esos intervalos me meto en Iberlibro y pueden caer cosas como 'How fiction Works', de Oakley Hall, 'Poets and Presidents', de E. L. Doctorow, o 'It all adds up', de Saul Bellow; entre ellos, compré 'Why write' (1996) de Paul Auster. En el ensayo Auster cuenta las experiencias que le forman como escritor, es una corriente literaria y memorialista que navega entre el humor y lo conmovedor. Luego me sumergí en 'La llama inmortal de Stephen Crane' (2021), 970 páginas en las que rescata la figura del interesantísimo escritor americano, y creo haber escrito ya que Auster lo trata como una biografía, pero se le agradece la admiración y el uso de técnicas novelísticas. Siempre he dicho que uno escribe mejor si algo le fascina. Y tengo previsto leer 'Experimentos con la verdad' (2006), una reflexión sobre literatura y vida, verdad y ficción.

En el frente cinematográfico, me quedo con el guion que escribió para 'Smoke' (1995), un innegable acierto en blanco y negro, con esas rocambolescas historias que cuenta Harvey Keitel, y ese entrañable final, poético, aunque algo desasosegante, que revitaliza el espíritu navideño a lo Frank Capra.

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En cualquier caso, es un autor a quien hay que leer en algún momento en la búsqueda de una revelación como el mismo Auster tuvo cuando leyó 'Crimen y Castigo'. Básicamente, porque es un escritor que se ha creado despacio, como una estalactita, en una destilación a lo largo de 77 años de vida explorando las laberínticas complejidades de las emociones y el lenguaje.

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