Cuando Sergio Marqués gobernaba en minoría en Asturias y apelaba al sentido de la responsabilidad del resto de los Grupos parlamentario para sacar sus proyectos ... adelante, un socialista con mando en plaza proclamaba «Que se cueza en su propia salsa». Esta misma receta culinaria debe ser la que aplique Feijóo tras su entrevista con el fariseo e ilegítimo Presidente que debemos soportar. Y enfatizo lo de ilegítimo por más que algunos muy cafeteros no lo entiendan y les moleste. Es ilegítimo porque se ha encaramado al poder, tras perder las elecciones, mintiendo descaradamente, incumpliendo todas sus promesas y alineándose con lo peor de cada casa.
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Dicho esto, claro que debemos aumentar el presupuesto de defensa. No creo que ningún ciudadano con un mínimo sentido común se oponga a esta medida. Pero debemos aumentarlo no para defender a Europa frente a Rusia, en absoluto. Debemos aumentarlo para defendernos a nosotros mismos frente a la gran amenaza que supone Marruecos, que es nuestro verdadero potencial enemigo.
Cuando más fuertes seamos, más seguros estaremos. Pero no solo debemos modernizar y aumentar nuestro armamento, también debemos intentar no soliviantar a los americanos porque poco podríamos hacer frente a un intento de Marruecos de apoderarse de Ceuta y Melilla por la fuerza sin contar con el escudo defensivo de los EEUU.
Porque ¿alguien se ha preguntado cómo podríamos reaccionar frente a una nueva marcha verde sobre Ceuta y Melilla? ¿Estaríamos en condiciones de repelerla con éxito? ¿Contaríamos con el apoyo de Europa algunos de cuyos países tienen fuertes lazos comerciales en el Magreb (Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia)? El PP debe apoyar pero haciendo un Puigdemont, es decir, exigiendo un gran pacto de Estado que incluya varias cuestiones nucleares: retirada de la proposición de ley para la delegación de competencias sobre inmigración a Cataluña; dejar sin efecto la condonación de deuda a Cataluña; compromiso escrito de no volver a pactar con delincuentes, separatistas e independentistas y singularmente con políticos fugados de la justicia; compromiso escrito de no volver a adoptar acuerdos que supongan discriminaciones entre Comunidad Autónomas; compromiso escrito de que los asuntos de Estado se discutan en el Parlamento y control férreo de nuestras fronteras.
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Son acuerdos que Sánchez no aceptará nunca porque ello supondría humillarse ante la fuerza de los hechos y, dado su carácter y su egolatría, morirá matando. Pero aún así, hay que poner el listón muy alto para que Europa se entere de una vez por todas de que Sánchez es un pelele, una marioneta en manos de chantajistas que anteponen sus intereses particulares a los generales. La penosa situación del panorama político, la describen plásticamente las redes: un putero defendiendo la abolición de la prostitución; un abusador sexual defendiendo el feminismo, un terrorista hablando de derechos humanos y los que no dan una palo al agua, postulando la reducción de jornada. En fin, lo más parecido a un circo. Lo triste es que nosotros los ciudadanos, además de pagar la entrada, somos las víctimas de esta burla.
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