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Asistí a las dos primeras sesiones del juicio de Álvarez Cascos, acusado de un delito de apropiación indebida, durante las que depusieron el interesado y ... varios testigos. Debo confesar que el sentimiento que experimenté es el de una profunda tristeza. No creo que quien fue un animal político de primera magnitud, tanto a nivel nacional como autonómico, merezca este final. No cuestiono por ello a Carmen Moriyón, firmante de la querella que desembocó en la acusación. En absoluto, la alcaldesa de Gijón me causó muy buena impresión y puedo entender sus motivaciones. Solo digo que yo nunca lo hubiera hecho. El mundo del derecho ofrece alternativas distintas a la vía penal.
Durante el desarrollo de los interrogatorios me venia machaconamente a la mente el artículo 3 del Código Civil, que obliga a interpretar las normas atendiendo a la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, lo que en una traducción libre significa que no se deben de juzgar hechos pasados con criterios actuales, porque eso conduce a una tergiversación de las conclusiones. Pongo un ejemplo. Hasta hace pocos años, el Parlamento asturiano hacía uso del articulo 17.2, b) de la ley reguladora del impuesto sobre la renta que considera rendimientos de trabajo personal las cantidades que se abonen a la clase política en general con exclusión de la parte de aquellas que las distintas instituciones asignaran para gastos de viaje y desplazamiento. Obvio es decir que una parte sustancial de las retribuciones que percibían los diputados autonómicos se englobaba bajo el concepto de gastos de viaje y desplazamiento, respondieran o no a la realidad, para no tributar a hacienda. Este modo de proceder, felizmente extinguido, al día de hoy lo calificaríamos de cuasi delictivo, pero se asumía con toda naturalidad en la época. Lo cierto es que el precepto en cuestión sigue vigente y que en base a él «hacienda no somos todos».
Álvarez Cascos vino a Asturias como un nuevo Mesías, como el Salvador y, a buen seguro, si se hubiera sometido a la opinión de los militantes y simpatizantes qué tipo de gastos podía pasar al partido, nadie hubiera opuesto reparo alguno a extender un cheque en blanco. No debe olvidarse que Foro existió y, por tanto existe, gracias a Cascos, ambos son inescindibles y el capital de votos que acumuló el partido y, por tanto, la totalidad de sus ingresos, traía causa en la figura política de Cascos. ¿Qué ha cambiado? La economía del partido, consecuencia de la pérdida de votos, y ya sabemos que la escasez, en todos los ámbitos de la vida, acaba creando desavenencias. El nudo gordiano de la cuestión parece ser el local que Foro tenía alquilado en Madrid, que acumula la práctica totalidad de la presunta apropiación indebida, sobre el que se dieron versiones contradictorias. Según me dicen fuentes bien informadas, habrá sorpresas.
Durante mi etapa de funcionario acuñé la frase «no hay políticos corruptos sin funcionarios permisivos», frase que conserva y conservará plena validez, porque responde a la más triste realidad. En el caso que nos ocupa, si los gastos que pasaba Cascos no encajaban en los pactos que según él había suscrito con el partido, ¿por qué las distintas comisiones directivas no pusieron reparos a su abono? Es una pena, Cascos pudo ser leyenda y puede pasar a ser leyenda negra. Ojalá no sea así.
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