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La revista 'La codorniz', que albergaba a grandes humoristas, que fueron cayendo hasta ser sustituidos por la plaga que solo dice sandeces para provocar la risa vomitada, tenía una sección titulada 'Deportes hasta en la sopa'. Cuando yo me ocupaba de mejorar la seguridad en ... el trabajo no sentía temor por las charlas deportivas en radios y televisiones a la hora de la sopa, sino a altas horas de la madrugada. Por consiguiente, algunos señores que entraban a trabajar a las seis contaban lo que había vociferado un famoso periodista a la una. Ya he dicho que a mí el deporte en general, y el fútbol en particular, me producen un gran respeto, y puede que en algunos cerebros llegue a ocupar un lugar paralelo al de su madre. He comentado en otras ocasiones que a José Sirgo 'Pilu', colaborador de EL COMERCIO en tiempos en que los juicios consistían en apuntar con el dedo, le perdonaron la vida porque alguien gritó, vamos a dejarlo, que juega bien al fútbol. Pilu pudo contarlo porque tenía dones superiores a los de cualquier otra profesión menos valorada, como podía ser la de rector de la Universidad de Oviedo, por un lado, o la de un joven de Candás por otro, promesa maravillosa de la pintura y la escultura.
Cuando algún deportista delinque, sobre todo en cuestiones monetarias, no faltan grupos de abducidos que van a darle ánimos a la puerta de los juzgados. Estos días se subió a la parra el tenista serbio número uno, que al parecer pertenece al grupo de pollos descabezados que dice que no hay que vacunarse. Para mayor desgracia, antes de recalar en Australia pasó por España, donde aquí nadie le dijo nada, salvo los que le pidieron autógrafos sin saber si estaba infectado. Afortunadamente todavía quedan países serios, o gobernantes como Macrón, que apuesta por la salud antes que por el mantenimiento de los votos.
Nada tengo contra el deporte, ni contra las pasiones de cada cual. Sería canallesco por mi parte esos prejuicios cuando tengo en la familia deportistas, a los que reconozco el enorme sacrificio que hicieron y están haciendo. Como las habilidades deportivas no son contagiosas, como ocurre con la gripe, no he destacado en ninguna práctica deportiva, y menos a estas alturas. Solo fui, y soy, un mero espectador que, a veces, aspira a ser el espectador orteguiano para opinar sobre los desmadres de este loco mundo. Rodeados de negacionistas, terraplanistas, creacionistas... que como decía Antonio Machado, desprecian cuanto ignoran, y la cabeza la usan solo para embestir.
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